Le Daim (2019), de Quentin Dupieux, la locura asesina Jean Dujardin convertido en un cow-boy anacrónico.
La lenta y preocupante transformación de Jean Dujardin en una bestia salvaje. Un descenso al infierno de la megalomanía tratado con el peculiar y absurdo humor de Quentin Dupieux, quien compitió en la Quincena de los Directores de Cannes este año.
"Y si no existieras/Dime cómo existiría/podría pretender ser yo/Pero no sería verdad." Al igual que el eslogan de Joe Dassin, que Jean Dujardin escucha en su antiguo cacharro huyendo de su vida y de su pasado por el camino de su depresión, el cine altamente conceptual de Quentin Dupieux ofrece varios niveles de lectura. Lo que hace que sus películas sean a menudo más agradables de analizar que de ver. Siempre en el límite del engaño, sus fábulas absurdas oscilan entre el vacío y la plenitud, la estupidez y la no estupidez, la película y Nonfilm, para usar el título de su primer largometraje en 2001, que lo puso en el camino del abismo, la necesidad de su existencia. Se precisa cierto grado de tolerancia para el humor sin sentido, como dicen en el país de Monty Python, para aceptar la trama ultra minimalista, presentada en la apertura de la Quincena de Directores en el último Festival de Cine de Cannes.
Durante poco más de una hora, vemos la transformación de Jean Dujardin en una bestia salvaje. Después de adquirir una chaqueta de piel de ciervo perfectamente hortera, con flecos y un cinturón estilo Perfecto, Georges literalmente se hunde en la locura, le lleva a perder todos los ahorros de su vida y a meterse de lleno en el mundo del crimen.
La lenta y preocupante transformación de Jean Dujardin en una bestia salvaje. Un descenso al infierno de la megalomanía tratado con el peculiar y absurdo humor de Quentin Dupieux, quien compitió en la Quincena de los Directores de Cannes este año.
"Y si no existieras/Dime cómo existiría/podría pretender ser yo/Pero no sería verdad." Al igual que el eslogan de Joe Dassin, que Jean Dujardin escucha en su antiguo cacharro huyendo de su vida y de su pasado por el camino de su depresión, el cine altamente conceptual de Quentin Dupieux ofrece varios niveles de lectura. Lo que hace que sus películas sean a menudo más agradables de analizar que de ver. Siempre en el límite del engaño, sus fábulas absurdas oscilan entre el vacío y la plenitud, la estupidez y la no estupidez, la película y Nonfilm, para usar el título de su primer largometraje en 2001, que lo puso en el camino del abismo, la necesidad de su existencia. Se precisa cierto grado de tolerancia para el humor sin sentido, como dicen en el país de Monty Python, para aceptar la trama ultra minimalista, presentada en la apertura de la Quincena de Directores en el último Festival de Cine de Cannes.
Durante poco más de una hora, vemos la transformación de Jean Dujardin en una bestia salvaje. Después de adquirir una chaqueta de piel de ciervo perfectamente hortera, con flecos y un cinturón estilo Perfecto, Georges literalmente se hunde en la locura, le lleva a perder todos los ahorros de su vida y a meterse de lleno en el mundo del crimen.
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