En cada una de sus películas, contiene un elemento a destacar. En esta ocasión es Claire, de la que todos piensan que es una loca, y les gustaría amarla desde la distancia.
Tan pronto como ella anuncia su llegada, comienza a llover. Claire (Emmanuelle Bercot) es el punto de tensión y el eslabón más débil de Fête de famille, la nueva película de Cédric Kahn, estrenada el 4 de septiembre. Su misma presencia, madre, hermanos, hija, reunidos en una hermosa propiedad para celebrar el cumpleaños de la abuela, para revelar secretos cuidadosamente enterrados, rápidamente sofocados, si es necesario: problemas sentimentales, mentiras financieras. Claire es una especie de "divulgadora" involuntaria...
También es un personaje a lo John Cassavetes: una mujer bajo influencia cuya histeria, como por ósmosis, revela la de un clan que se considera más equilibrado, más sereno, más inteligente. Está loca, sin lugar a dudas, pero no más que los otros miembros de la familia que, siempre sonriendo, sólo la soportan cuando está ausente y sueñan con encerrarla cuando reaparece.
A menudo, en Cédric Kahn, hay un elemento disruptivo como Claire que molesta, rompe y destruye lo que, sin duda, merece serlo. En Pasión y remordimiento (Les Regrets, 2009), la heroína (Valeria Bruni Tedeschi) reaparece, después de una larga ausencia, en la vida ordenada de Mathieu (Yvan Attal). Y se hace con él. Es irracional, ahogarse en recuerdos de un pasado que no puede renacer. En Tedio (L'Ennui, 1998), adaptación de la novela de Alberto Moravia, es aún peor: después de muchas conquistas, Martin (Charles Berling) se acuesta con Cécilia (Sophie Guillemin), una mujer que ni siquiera es de su estilo, como dice Swann en Búsqueda del tiempo perdido. Muy pronto, la nota complaciente, pero indiferente. Cortés, pero ausente. Se convierte, entonces, en una perturbación que amenaza con convertirse en un ciclón. Martin se enoja. Su equilibrio mental se balancea. El sexo y el placer lo abruman, ya que esta mujer, a quien le gustaría tener, se le escapa más de lo que ella se da.
Emmanuelle Bercot en Fête de famille de Cedric Kahn |
A veces, un gesto y no un ser crea la perturbación: es suficiente algo trivial, un vaso puede ser demasiado, en Luces rojas (Feux rouges, 2004), para que Jean-Pierre Darroussin se sumerja en una pesadilla interminable. Un lugar también puede ser el detonante, como el centro aislado para drogadictos, en El creyente (La Prière, 2018), donde el joven Thomas (Anthony Bajon) falla... Lo vemos, creyendose perdido. Pero los rituales a los que se dedica, durante semanas, lo llevan, contra su propia voluntad, a descubrir en él una fuerza imprevista que gana. Y lo salvan...
Ante los obstáculos invisibles que salpican las intrigas del cineasta, algunos, como Jean-Pierre Darroussin, caen. Otros, como Anthony Bajon, se levantan. Pero lo importante es que permanecen constantemente en movimiento. Cédric Kahn se preocupa menos por el bien y el mal que por el delicado camino para lograrlo. Sí, a pesar de los momentos alegres, Fête de famille se une a sus películas más oscuras, es porque esta vez solo pinta siluetas inmóviles. Congeladas. O bien, en pleno vuelo, como Claire... En una entrevista a la pregunta: "¿Por qué estás filmando? Él respondió: "Por el movimiento, solo por movimiento. El que está dentro de la imagen, pero también el del rodaje, los viajes para presentar la película. Ser estático me exaspera. No soportaría quedarme encerrado ... "
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