Mediocre película de acción, Last Blood es la quinta (y última) parte de una saga que podría haber terminado con John Rambo, en 2008.
Después de una década de dilación, renuncias, rumores sin sentido (Sylvester Stallone luchando contra el Estado Islámico), aquí está finalmente la quinta y probablemente la última entrega de la saga Rambo. El veterano de Vietnam se enfrenta esta vez a un cartel mexicano de drogas, luego de secuestrar a su ahijada, la nieta de su sirvienta.
El resultado es más del estilo de Venganza (Taken, 2008), una película de venganza protagonizada por Liam Neeson, que del primer episodio de Ted Kotcheff de 1982, que retrató el imposible regreso a los Estados Unidos de un soldado estadounidense que sufre de estrés postraumático. Western moderno, Last Blood presenta a México como un país despiadado, poblado por traidores y asesinos, el único personaje positivo es un periodista, sacrificado por el guión, además de la frontera porosa. Stallone vuelve a sus viejos demonios de la década de 1980, que ha estado tratando de exorcizar, encarnando la ideología de un presidente conservador: ayer Reagan, hoy Trump.
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