A lo largo de su historia, el cine francés no ha escatimado en presentación de la figura del alcalde, alternativamente esbozado como un funcionario ingenuo, un notable deshonesto o un mujeriego de baja estopa. En Alice et le maire", Fabrice Luchini encarna a un político desanimado y falto de ambición, imagen de una cierta lasitud contemporánea.
En la pantalla pequeña, los alcaldes no son muy brillantes. Las series de televisión -Père et Maire (2001), Scènes de ménages (2009)-, los muestran pusilánimes, simpáticos más allá de lo posible y torpes hasta lo indecible. En el cine, es casi peor: son presentados como futbolistas tontos que, en su pueblo, son elegidos solo para atraer la atención de una chica bonita -Nous autres à Champignol (1957), de Jean Bastia; en notable ladrón como Claude Chabrol los amaba, asesinado rápidamente por unas amantes tan patéticos como torpes -Relaciones sangrientas (Les Noces rouges, 1973).
Raros son los que son presentados como figuras lúcidas y benévolas como en ¿Por qué lates, corazón? (Battement de cœur, 1940) de Henri Decoin. A pesar de su aspecto tranquilo, felicita a la heroína (Danielle Darrieux) por atreverse a responder: "Bueno, no, realmente no" a la pregunta ritual que le hizo. "Han pasado treinta años desde que caso a parejas que vienen aquí sin pensar, que responden sí sin haber escuchado nada. Ninguno dijo que no cuando tantos lo pensaron... "
¡Un alcalde, es un precursor!
En 1993, Éric Rohmer honra al hombre y la función. Es cierto que en El árbol, el alcalde y la mediateca (L'Arbre, le Maire et la Médiathèque) -que además ha envejecido muy mal, es al director de la escuela del pueblo de Saint-Juire a quien van sus preferencias. Especialmente cuando afirma, con la frase de Fabrice Luchini, un pensamiento que la disminución actual podría adoptar: "¿Por qué debería comprar peras en Nueva Zelanda, cuando están mejor aquí? Para que el transporte funcione. Volar aviones que contaminan el espacio, rodar trenes que consumen energía atómica ... Hoy, el 90% de las plagas del mundo provienen de la locura de los hombres y de sus producciones."
(cont.)
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