Realizadas entre 1930 y 1934, antes de la estricta censura del código Hays, las películas conocidas como "precode" son libres, a veces incluso escandalosas y desconocidas.
Es algo inusual ver películas del catálogo de Warner en la pantalla grande que no se han proyectado, para algunos, desde la década de 1980. ¡Casi 40 años! Muchos de ellas han estado consideradas perdidas hasta los últimos años... ¿Pero de qué joyas estamos hablando? Películas rodadas entre 1930 y 1934, antes de que un código de moralidad se implantará en Hollywood y las prohibiera. Estos son los años llamados "precódigo Hays", durante los cuales se producen películas de una libertad ciertamente alucinante.
A principios de los años 1920, la industria cinematográfica estadounidense comenzó a ser tachada de inmoral por un amplio segmento de la población americana. Según estas personas, las películas eran cada vez más lascivas y explícitas, y mostraban comportamientos y situaciones que ofendían con facilidad la sensible moral del público. En 1922, la unión de estudios de cine asignó a un comité liderado por Will H. Hays la tarea de rehabilitar la deteriorada imagen de sus películas. Dos años más tarde, Hays creó una serie de normas que se aplicarían a los contenidos de las películas, algo que se llamaba vulgarmente "la fórmula", y pidió a los estudios que antes de proceder a cualquier rodaje, se les facilitara un extracto del argumento para poder supervisar los posibles contenidos controvertidos.
Barbara Stanwyck en Carita de ángel (Baby Face, 1933), de Alfred E. Green |
Aun así, por lo general los estudios ignoraron "la fórmula", sabiendo a ciencia cierta que eran precisamente los temas prohibidos por el código aquellos que más vendían en taquilla. Por desgracia, en 1929, la iglesia tomó cartas en el asunto y amenazó con un boicot a la industria cinematográfica si no se ceñían a los estándars que mandaba el código estipulado. Posiblemente hoy en día esa amenaza no tendría ningún valor, pero en ese momento del tiempo, con una sociedad estadounidense de fuertes valores religiosos que normalmente asistían a misa los domingos, la sombra del boicot era algo a tener muy en cuenta.
Las normas del "código Hays" (nombre erróneo pues Hays sólo estuvo al mando del comité hasta 1934) se reforzaron hasta alcanzar cotas ridículas, y su seguimiento fue estrictamente obedecido bajo el miedo de no recibir el sello de aprobación del comité.
La actriz Louise Brooks en la película La caja de Pandora (Die Büchse der Pandora, 1929) |
Aunque la lista de temas prohibidos es más larga y compleja, los principales asuntos que nunca debían aparecer en una película eran los siguientes:
1. Lenguaje profano y expresiones vulgares.
2. Desnudez explícita o implícita.
3. Tráfico de drogas.
4. Perversión sexual.
5. Esclavitud de blancos.
6. Sexo interracial.
7. Higiene sexual y enfermedades venéreas.
8. Escenas de parto.
9. Órganos sexuales de menores de edad.
10. Ridiculizar a la iglesia.
11. Ofensa a cualquier nación, raza o credo.
En el punto 4, concretamente, incluía la prohibición de proyectar cualquier manifestación sexual más allá de la estricta heterosexualidad.
George Raft y Paul Muni en Scarface, el terror del hampa (Scarface, 1932) |
Algunas de las películas que sortearon de algún modo la censura en estos años fueron, entre otras, El ángel azul (Der blaue Engel, 1930), de Josef Von Sternberg, con una sensual Marlene Dietrich. Otros ejemplos comprenden la película El signo de la cruz (The Sign of the Cross, 1932), de Cecil B. DeMille, centrada en la época del emperador Nerón, interpretado por Charles Laughton, se muestran sus excesos de forma manifiesta; o Carita de ángel (Baby Face, 1933), de Alfred E. Green, con Barbara Stanwych usando abiertamente sus encantos para ascender socialmente.
Marlene Dietrich en El ángel azul (Der Blau Engel, 1930) |
Varias de las películas "pre-code" sufrieron el ataque de la censura después de 1934. Un ejemplo es la película Adiós a las armas (A Farewell to Arms, 1932), de Frank Borzage), protagonizada por Gary Cooper y Helen Hayes, fue recortada a posteriori, de manera que sólo se conserva su versión censurada. Otros profesionales afectados por el código fueron los hermanos Marx –conocida es la audacia de sus diálogos– o algunas actrices, como Jean Harlow o Joan Blondell, sobretodo ésta última fue vetada en numerosas ocasiones.
Gary Cooper y Helen Hayes en Adiós a las armas (A Farewell to Arms ,1932) |
Sin embargo, algunos creadores encontraron de algún modo en la severa vigilancia del código, un aliciente para retar su ingenio. Y es que, en muchas ocasiones, las dificultades son un estímulo para el que no se rinde ante ellas. Por eso maestros como Ernst Lubitsch o Alfred Hitchcock, supieron sortear la censura con su irrepetible talento y desarrollarlo de manera impecable. Sus fantásticos diálogos o las acciones detrás de una puerta cerrada, son dos de los hitos de la magia de Lubitsch. También es particularmente insuperable la célebre secuencia del largo beso interrumpido –recordemos que los besos sólo podían durar tres segundos–, en la que Cary Grant y Ingrid Bergman nos ofrecen una de las escenas más íntimas de la filmografía de Hitchcock en la maravillosa Encadenados (Notorious 1946), de Alfred Hitchcock.
Cary Grant e Ingrid Bergman en Encadenados (Notorius, 1946) |
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