¿Cuál hubiera sido la carrera de este encantador actor si no se hubiera negado tercamente a rodar Rocco y sus hermanos (Rocco e i suoi fratelli, 1960 ), West-Side Story (1961) o El gatopardo (Il Gattopardo, 1963)? Gracias por interpretar en Uno, dos, tres (One, Two, Three, 1961) de Billy Wilder...
Todo sonríe a Horst Buchholz a mediados de la década de 1950. Él es joven, guapo, divertido y talentoso. Su novia se llama Romy Schneider. Y Las confesiones del estafador Felix Krull (Bekenntnisse des Hochstaplers Felix Krull, 1957), de Kurt Hoffman, basada en la obra homónima de Thomas Mann, obtiene, además de excelentes críticas por su interpretación, un Globo de Oro en Hollywood.
Hay todo tipo de actores. Los que aceptan todos los roles bajo pena de morir de hambre. Los que tienen la inteligencia de elegir. Finalmente, las víctimas más conmovedoras de un personaje que da forma a su destino. Horst Buchholz fue uno de ellos...
Horst Buchholz en Los siete magníficos (1960) de JohnSturges, 1960 |
En ese momento, Luchino Visconti se interesó en él: consideró convertirlo en el personaje principal de la saga familiar y política que estaba preparando. Si se cree el documental sobre su padre, realizado hace unos años, por Christopher Buchholz, un asistente del cineasta mal inspirado pide una foto del actor en traje de baño. Enfado de Horst Buchholz: ¿por quién lo toma este viejo pervertido? Y manda a paseo la foto y el papel. Rocco y sus hermanos se rodará sin el...
Obstinado, Visconti de nuevo se interesa por él, para participar en El gatopardo. Y otra vez más, el problema de la foto. En vano... Alain Delon habría sabido, de todos modos, por su extraordinaria carrera, que era suya. Pero su filmografía hubiera sido menos prestigiosa sin estos dos buques insignia del cine de Visconti. ¿Y qué habría sido de Horst Buchholz si hubiera dicho que sí?
Horst Buchholz y Hubert von Meyerinck en Uno, dos, tres (1961) |
En Hollywood, lo vuelve a hacer. Es cierto que, en 1960, aceptó ser uno de Los siete magníficos (The Magnificent Seven, 1960), de John Sturges, donde realizó un excelente trabajo y, además, se enfrentó a los formidables socios que son Yul Brynner, Steve Mc Queen y Charles Bronson. Pero, él que canta y baila bastante bien, después rechaza sin contemplaciones West Side Story, la película de diez Oscar que revolucionó el musical. En este nivel, el error limita con lo sublime. De la pura poesía al estado puro...
Horst Buchholz en La conquista de un imperio (1965) |
Del olvido
Bien, por otro lado, en 1966, para este Johnny Banco de Balada de los asesinos, a quien un DVD (editado con valentía por L.C.J.) acaba de sacar de un olvido que pensábamos era definitivo. Esta comedia de aventuras es de Yves Allégret. Si tan solo el autor de Dedee (Dédée d'Anvers, 1948), con Simone Signoret, Una playa tan bonita (Une si jolie petite plage, 1949) con Gérard Philipe, o incluso Germinal (1963) con Jean Sorel, parece muy cansado. Horst, en absoluto, que salta de una escena a otra, elástica y juguetonamente. Incluso en este bodrio, podemos sentir que todavía espera convertirse en lo que debería haberse convertido: el número uno de los funambulistas encantadores... Una pequeña curiosidad: La película se inspira en una novela policíaca, Le Flamenco des assassins de Frédéric Valmain, coadaptada por James Carter. Según algunos especialistas, estos dos nombres se encuentran entre los muchos apodos utilizados, en ese momento, por cierto Frédéric Dard... ¿Es esta presencia tácita es lo que lleva a Michel Audiard a colaborar en el negocio? Lo hace, pero sin un entusiasmo particular, parece. Así que no escribe todos los diálogos de la película: solo los que habla el héroe. Imaginamos las sesiones de trabajo:
- Frédéric Valmain, o James Carter, o Frédéric Dard: "¿No crees que suenan falsas, las réplicas de nuestro malo?"
- Michel Audiard: "¡Ah, pero no me importa lo que pueda decir, la perra! Me pagan para que Johnny hable..."
Si quieres conocer el talento de Horst Buchholz, quien murió bastante joven (69 años) en 2003, debes apresurarte a la única obra maestra que la casualidad o la distracción lo hicieron aceptar. En la obra de Billy Wilder Un, dos, tres (1961), interpreta a un comunista incondicional a quien el extravagante representante berlinés de Coca-Cola (James Cagney), convierte rápidamente en un falso aristócrata y capitalista cínico. La película es magnífica. Horst Buchholz, chillón, enojado, está irresistible.
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