(cont.)
Mientras tanto, otros intérpretes lograron el favor del público, y las productoras les ofrecieron honorarios fabulosos para asegurarse sus servicios. Entre ellos, se encontraban galanes, damiselas, temerarias rubias y morenas, como las reinas de los seriales Pearl White (de The Perils of Pauline, 1914), Grace Cunard y Ruth Roland; animales (en 1911), Jean, un perro, se convirtió en la primera estrella no humana de la pantalla, y cómicos (las películas Mack Sennett para la Keystone aparecieron en 1912, y Chaplin entró a formar parte de la compañía en diciembre de 1913). Todos ellos saltaron en muy poco tiempo del anonimato a la fama.
Pearl White en The Perils of Pauline (1914) |
Los primeros tipos de estrellas no diferían mucho de sus equivalentes europeos: el estoico héroe del oeste, William S. Hart, se parecía bastante a los actores escandinavos, procedentes de una escuela realista y psicologista de interpretar, mientras que la danesa Asta Nielsen y las grandes "prima donnas" italianas, como Francesca Bertini y Pina Menichelli, sirvieron de modelo a las primeras "vamp" americanas, entre las que destacó Theda Bara. El cómico francés Max Linder fue el predecesor de numerosos actores cómicos norteamericanos. Pero el factor que más contribuyó a a la abrumadora popularidad de las estrellas americanas fue su frescura y espontaneidad. En sus películas parecían rechazar la introspección del Viejo Mundo, en favor de la acción y el dinamismo, más propios de la joven Norteamérica.
J. Frank Burke, William S. Hart, J. Barney Sherry y Leo Willis ein The Bargain (1914) |
Un paso importante en el proceso de aceptación del cine como algo serio por parte de los críticos y de la sociedad (aunque cabe dudar de que eso fueses realmente positivo) se produjo en 1912. Adolph Zukor compró los derechos de distribución de la película francesa Les amours de la reine Élisabeth (1912), interpretada nada más y nada menos que por la legendaria Sarah Bernhardt, una actriz cuya posición en el mundo del teatro era la de semidiosa. Era ya mayor y no conocía en absoluto la técnica cinematográfica, pero su reputación era inatacable. Además, si la actriz más ilustre de toda la historia del teatro creía que el cine era su oportunidad de "pasar a la inmortalidad" ¿cómo iba a pensar lo contrario cualquier modesto intérprete norteamericano? El enorme éxito de la película lanzó a la Famous Player Film Company de Zukor, y una larga sucesión de estrellas de Broadway y de la ópera comenzaron a trabajar en el cine...
Sarah Bernhardt en Les amours de la reine Élisabeth (1912) |
(cont.)
No hay comentarios:
Publicar un comentario