El pan nuestro de cada día de King Vidor, Las uvas de la ira de John Ford, Danzad, danzad, malditos de Sydney Pollack, Luna de papel de Peter Bogdanovich y El luchador de Walter Hill. Cuando el peligro (económico, social, de salud ...) amenaza, los cineastas se apresuran a pensar.
Los riesgos para la salud ya no están en la agenda por el momento. Pero la crisis económica es amenazadora, que según los nuevos profetas será parecida, desde el otoño, a la Gran Depresión, producida a finales de la década de 1920. En general, los cineastas estadounidenses no tienen parangón para reflejar al instante el espíritu de los tiempos. Pero los grandes estudios de la época estaban bajo el control de magnates de la prensa y moralistas que actuaban en las ligas de la virtud: no se trataba de angustiar a las multitudes, incluso al revelarles lo que ya sabían. Pronto, sin embargo, los cineastas se divertirían y sus películas sobre unos Estados Unidos angustiados abundaran a lo largo de los años... Aquí hay algunos ejemplos de lo que todavía nos negamos a aceptar como nuestro futuro cercano.
1.- El pan nuestro de cada día (Our Daily Bread , 1934), de King Vidor
Es uno de los primeros cineastas en desafiar la censura. Con un lirismo que sus detractores a menudo le reprocharán, el King Vidor milita por las cooperativas agrícolas que, en el campo, acogen a los habitantes de las ciudades, víctimas del desempleo masivo. La película molesta, despertando la furia de los poderosos: "Una película comunista", ladrará Randolph Hearst, gran jefe de prensa que caricaturizó, unos años más tarde, Orson Welles en Ciudadano Kane...
Karen Morley y Tom Keene en El pan nuestro de cada día (1934) |
2.- Las uvas de la ira (The Grapes of Wrath, 1940), de John Ford
Cuando hablamos de crisis, pensamos en John Steinbeck. Y en la película de John Ford, la triste odisea de una familia de aparceros que abandonan su región hacia California, una falsa tierra prometida donde solo encuentran indiferencia, injusticia y explotación... El cineasta se demora tanto en los grandes espacios desérticos como en el vacío que se infiltra en estos supernumerarios, condenados a morir en un mundo indiferente. Y hace de Henry Fonda una figura de crística: "Estaré en todas partes en la oscuridad. Estaré donde sea que mires. Donde haya una pelea para que la gente coma, yo estaré allí. Cuando un policía golpea a un hombre, allí estaré..."
Henry Fonda en Las uvas de la ira (1940) |
3.- Danzad, danzad, malditos (They Shoot Horses, Don't They?, 1969), de Sydney Pollack
Después del padre, la hija. Gracias a Roger Vadim, su entonces esposo, quien le revela, comentó ella dice, la importancia de la novela de Horace McCoy, Jane Fonda acepta la propuesta de un joven y talentoso cineasta. Ella encarna, lejos de la sofisticación de sus comienzos, una boca hambrienta, furiosa y dolorida, que termina pidiendo la muerte como una liberación. Con Danzad, danzad, malditos, Sidney Pollack tiene éxito en una puerta cerrada, al mismo tiempo espectacular y aterradora, en estos maratones de baile donde las madres pobres se gastaron unos pocos dólares y dos comidas al día...
Jane Fonda y Michael Sarrazin en Danzad, danzad, malditos (1969) |
4.- Luna de papel (Paper Moon, 1973), de Peter Bogdanovich
Los estafadores pululan cuando todo va mal. El de Luna de papel no es muy inteligente, pero una niña, que lo elige como padre, lo ayudará en los trucos de su oficio... Una comedia viva y deliciosamente amoral de un cineasta primero sobrevalorada, luego injustamente despreciada. Para esta película en blanco y negro, es Orson Welles quien aconseja a Peter Bogdanovich, su angustiado admirador, que coloque un filtro rojo frente a la lente para oscurecer los cielos e iluminar las caras.
Ryan y Tatum O'Neal en Luna de papel (1969) |
5.- El luchador (Hard Times AKA The Streetfighter, 1975), de Walter Hill
Hacemos cualquier cosa para sobrevivir en tiempos de crisis, incluso peleamos a puñetazo limpio en luchas ilícitas... Primera película -refinada, ambiciosa, original- de Walter Hill, especialista en cine de acción efectivo (La presa, Límite: 48 horas, Johnny el guapo). Y la mejor interpretación de Charles Bronson en su desigual carrera: su personaje parece viajar por el país como un mensajero que revelara a quienes conocen la verdad sobre sí mismos...
Charles Bronson en El luchador (1975) |
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