El aspecto más curioso de la película es el de la relación entre los escenarios en los que transcurre y los personajes. Todos actúan como figuras típicamente árabes, incluyendo jeques y mujeres que ejecutan la danza del vientre; y, sin embargo, se comportan como en el más rancio melodrama sobre la moralidad sexual. De hech, los principales protagonistas no son árabes, sino europeos (ingleses y franceses) que viven como si lo fueran. De este modo, El hijo del Caíd muestra algo así como la "vida secreta" de la sociedad occidental contemporánea, hablando libremente sobre temas aparentemente "tabúes" como el deseo femenino, la violación y el conflicto entre padres e hijos. Los espectadores podían interpretar la historia de dos maneras: por un lado, si se escandalizaban por lo explícito de sus escenas sexuales, podía clasificarlas como una muestra "antropológica" de conductas propias de "extranjeros atrasados". Por el otro, si se dejaban atraer por los personajes y lo que les sucedía, podía acoger favorablemente la película como una fantasía erótica llena de luz y de color. En una época todavía no saturada por las teorías freudianas, esos sueños eran posibles.
Ficha técnico-artística:
El hijo del Caíd (The Son of Sheik, 1926). Estados Unidos. Duración: 68 minutos. Dirección: George Fitzmaurice. Interpretación: Rudolph Valentino, Vilma Bánky, George Fawcett, Montagu Love, Karl Dane, Bull Montana, Bynunsky Hyman, Agnes Ayres, William Donovan, Charles Requa, Erwin Connelly. Guion: Frances Marion, Fred De Gresac (Novela: Edith Maude Hull). Música: Artur Guttmann. Fotografía: George Barnes. Productora: Feature Productions/United Artists.
"El Sahara está regido por el Caíd, nacido en Inglaterra, pero criado en el desierto. Su hijo Ahmed se siente atraído por la danzarina Yasmin y organiza un encuentro secreto con ella..."
(cont.)
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