El término "objeto sexual" implica una cierta pasividad, el que una persona estáahí únicamente para que la observen. Los objetos sexuales son imágenes para ser colgadas de una pared y contemplarlas. Ese sometimiento parece adaptarse a la perfección al papel reservado al sexo femenino, que se define sobre todo en términos de pasividad; pero ¿qué ocurre cuando el objeto sexual es un hombre? El hijo del Caíd es un interesante ejemplo de algunas de las formas en las que el cine puede convertir a un hombre en objeto de adoración de la cámara y, por tanto, del espectador.
En su papel de Ahmed en esta película, la cámara está evidentemente enamorada de Valentino, y le adora. Bajo una cuidada iluminación de estudio, su piel morena brilla como si fuese satén. Es siempre el elemento más importante de todas las composiciones, bien sea por el lugar en el que está situado, o bien por sus vestidos o de sus movimientos. Además de este tratamiento especial, la película le propone claramente como modelo de belleza masculina, en marcado contraste con otros dos personajes, definidos también por su físico, el del enano cómicamente libidinoso y el del forzudo del café Maure. Al igual que el suyo, sus cuerpos son todo un espectáculo; pero, mientras que él es una síntesis de erotismo y fuerza; los de los otros dos son parodias grotescas de esas cualidades. Ambos parecen en todo momento supeditados a Ahmed, para reforzar la sensación de perfección física y magnetismo sexual del personaje.
No obstante, esa objetivización sexual mantenida no significa que la película le dé la vuelta a las papeles masculino y femenino tradicionales, con el varón convertido en objeto del deseo de la mujer exactamente igual a como las mujeres son normalmente mostradas por el cine como objetos del deseo de los hombres. Yasmin aparece en la película antes que Ahmed y él es presentado como el objeto de su deseo, pero el momento en que eso ocurre es crucial. Habitualmente, el héroe ve a la mujer, y hay un plano de ella mientras la contempla, normalmente, un plano que la reduce a la condición de "pin-up", de objeto pasivo de su deseo.
En El hijo del Caíd, Yasmin piensa en Ahmed y entonces (en "flashback") se ve un plano de él, situado ya en los sueños de Yasmin, en el campo espiritual del deseo. Se trata de un plano de él mirándola mientras baila, y haciéndolo con tal intensidad y concentración que excluye cualquier idea de qué pueda ser ella quien le está mirando a él. Dicho en otras palabras, se trata de un objeto extremadamente activo de deseo.
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