Un perro andaluz (Un chien andalou, 1929), de Luis Buñuel

La cinta, cuyo título, por cierto, no tiene nada que ver con la trama que narra, causó un gran revuelo en su día. Tanto, que la leyenda asegura que Buñuel acudió al estreno con los bolsillos llenos de piedras para poder defenderse en caso de que fuera agredido por el público. Y lo cierto es que, considerando la potencia de las imágenes del filme, la historia tiene todos los visos de ser cierta. Por cierto, el ojo rasgado por una navaja (quizás la escena más impactante de la cinta) pertenecía a una vaca.
Todo un clásico del cine de arte y ensayo, una obra única y de culto, fruto de la poderosa imaginación de dos jóvenes mentes -Buñuel tenía 29 años y Dalí 25- poseedoras de un talento tan singular como genial.
Transgrediendo los esquemas narrativos canónicos, la película pretende provocar un impacto moral en el espectador a través de la agresividad de la imagen. Remite constantemente al delirio y al sueño, tanto en las imágenes producidas como en el uso de un tiempo no lineal de las secuencias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario