lunes, 31 de agosto de 2020

Rodolfo Valentino, el eterno latin lover (I)

Rodolfo Valentino atravesó los cielos de América como un meteoro, y se hundió en tierra en el único momento dramático de su vida, el de su muerte. Lo repentino de su enfermedad, y la rapidez con que desapareció de entre los vivos provocaron una ola de histeria como no se había dado antes ni ha vuelto a repetirse. Se convirtió en la figura masculina de los sueños de mujeres de todas las edades, en el gran amante de la Historia del Cine. 
Aunque sin figurar en los créditos, Valentino interpretó un pequeño papel en A Rogue's Romance (1919). Sele ve aquí junto a Earle Williams. 
El hombre
Pocas mujeres del mundo podrían dejar de sentirse fascinadas por el hecho de verse arrebatadas a su caballero acompañante y arrastradas a un tango erótico que se convierte prácticamente en una seducción como el bailado por Valentino en Los cuatro jinetes del Apocalipsis (The Four Horsemen of the Apocalypse, 1921). ¿Qué mujer podría resistirse al magnetismo animal de un hombre capaz de desnudarla con la vista, en una mirada ascendente, lenta y cargada de erotismo, como la que lanza Valentino a  su pareja en El Caíd (The Sheik, 1921). ¿Qué mujer no se siente complacida ante la idea de ver de rodillas ante ella a un hombre lo suficientemente fuerte y valiente como para torear y dar muerte a los temibles toros bravos, como hace Valentino en Sangre y arena (Blood and Sand, 1922)?
Interpretando a un hombre de mundo argentino, que posteriormente lucha a favor de Francia en la I Guerra Mundial, en Los cuatro jinetes del Apocalipsis (1921)
Contemplando a Valentino numerosas mujeres se aproximaron a su ideal de hombre apasionado, viril, prodigador de caricias, dispuesto a someterse sólo a su belleza. Su enorme atractivo para las mujeres ha fascinado siempre a sus biógrafos y a los historiadores. Para hablar de él se han utilizado términos como "magnetismo animal", "carisma", "it"; mientras que su "sex appeal" se atribuido entre otras cosas a su mirada cálida y apasionada, a su físico atlético, a su forma de seducir a las mujeres, al uso desinhibido que hacia de su propio cuerpo cuando bailaba. En cualquier caso, lo que esta claro es que una cualidad indefinible brillaba en todas sus interpretaciones y le hacía irresistible. 
Rodolfo Valentino en El Caíd (1921)
Era italiano hasta la médula, con muchas de las virtudes y no poco de los defectos típicamente italianos; y, como otros muchos compatriotas suyos de ambos sexos, poseía una espléndida belleza juvenil que parecía condenada a marchitarse y a desaparecer al alcanzar la madurez. Una foto durante el rodaje de Monsieur Beaucaire (1924) de la Paramount demuestra que estaba empezando a echar papada; mientras en sus películas de época tenía que sujetarse los vestidos con un apretado cinturón, sin duda para disimular la "curva de la felicidad" que empezaba a ser ya visible. 
Bebe Daniels y Rudolph Valentino en Monsieur Beaucaire (1924)
El advenimiento del sonoro no le hubiese planteado el menor problema. Era un hombre políglota, que no sólo hablaba italiano e inglés, sino también español y francés; y, de hecho, buena parte de los diálogos de Monsieur Bucaire eran en francés. Aunque tenía un ligero acento extranjero, su inglés era impecable. En caso de no haber muerto prematuramente, lo único con lo que habría tenido que luchar para seguir siendo una gran estrella era la tendencia a la obesidad. Por otro lado, era un bailarín consumado. 
(cont.)

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