El callejón de las almas perdidas (Nightmare Alley, 1947), de Edmund Goulding
Se basa en la novela Nightmare Alley, de William Lindsay Gresham y publicada el año anterior. La acción tiene lugar en una feria ambulante y Chicago, en 1946/47, a lo largo de más de un año. Narra la historia de Stanton Carlisle (Tyrone Power), joven ambicioso, embaucador y cínico, que comienza como aprendiz de charlatán de feria y asciende a protagonista de un espectáculo de adivinación en una lujosa sala de fiestas. Los trucos del número se los revela Zeena Krumbain (Jean Blondell), tras la muerte de su compañero, a quien Stanton sustituye como "partenaire". Casado con Molly (Coleen Gray), inocente, sincera y fiel, la abandona para convenir con Lilith Ritter (Helen Walker), psicóloga no titulada, un plan siniestro para explotar la buena fe de personas adineradas y crédulas. Las quejas de algunas de éstas y la inmoralidad de Lilith ponen a Stan en peligro. Zeema simboliza la honestidad, Molly la inocencia, Lilith la deshonestidad y Stan la ambición sin límites. La obra está presidida por la presencia intangible del mal, el determinismo de la degradación moral, la fuerza del destino que rige, misteriosamente e inexorablemente, la vida de las personas, imponiendo el mal y marginando la bondad de Molly y la sinceridad de Zeema. Las cartas desvelan, infaliblemente, el futuro y anticipan la tragedia. La vida colectiva y la vida individual son movidas desde un ámbito superior desconocido y poderoso, que inunda la vida de incertidumbre y ansiedad. Los seres humanos no son los rectores de su destino, sino sus marionetas de trapo y sus víctimas. La conspiración maléfica de Stan y Lilith transforma el acuerdo en duelo y la confianza mutua en triunfo del mal superior sobre el mal limitado por la capacidad de engaño y la credibilidad de las víctimas. Son escenas destacadas la sesión en que Stan ve por primera vez a Lilith, la lectura del destino de Stan por Zeena y la soberbia escena final. Pocas veces el cine de Hollywood de los 40 y 50 creó una obra en la que la pulsación del mal fuera tan intensa y profunda. Película singular y atípica como pocas, digna merecedora de su condición de obra de culto.
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