Fue el todo y el nada, el exotismo y la vulgaridad, un sueño ansiado para muchos y una simple imagen perdida en las sombras de la pantalla. Fue y siempre será: Pola Negri.
Pola Negri, en El gato montés (Die Bergkatze, 1921), de Ernst Lubtisch
Ella fue la primera, y eso es un privilegio que nadie ha podido nunca arrebatarle, aunque con el paso del tiempo alguien haya podido olvidar que en el Hollywood de los años 1920logró brillar con fulgor propio la luz incandescente de una estrella de la vieja Europa. Pola Negri, en efecto, fue la primera conquista europea que la Meca del Cine quiso hacer suya, tal vez deslumbrada por la fascinación de su imagen entre siniestra y cálida, entre exótica y pasional; una imagen, sin embargo contra la que Pola Negri tuvo siempre que luchar para demostrara que tras esa inmensa belleza había también un inmenso talento interpretativo, que pocos lograron ver. Luego vendría la Garbo, o la Dietrich, con sus aureolas inmortales y resplandecientes, pero antes la Negri les había abierto el camino a lo eterno, sembrando en los corazones del público el amor por esas mujeres europeas más dadas al sueño que a la realidad.Pola Negri y Ernest Lubitch en el rodaje de La frivolidad de una dama (Forbidden Paradise, 1924)
Pero todo había empezado tiempo atrás, en el mes de diciembre de un año cualquiera del siglo XIX, tal vez, en 1894, tal vez en 1899, quizá en Janowa, una pequeña región de Polonia, lindando con Rusia. Fuera como fuese, por aquel tiempo y en aquel lugar indefinidos, nací Pola Negri; o, mejor dicho, Barbara Apolonia Chalupiec, que tal era su primer y verdadero nombre, el que habría de darle identidad lo largo de sus primeros años, y hasta el final de su inquieta y azarosa adolescencia; períodos éstos de su vida sobre los que se refleja más sombra que luz. Pese a ello, lo que parece evidente de su temprana biografía es el incipiente interés de Barbara por el mundo de la interpretación, y más concretamente por el de la dramatización teatral.
En tal sentido es constatable el hecho de que, antes de iniciar su trayectoria cinematográfica, Pola Negri se vio fuertemente atraída por el espectáculo directo y fascinador del teatro. Tras ciertas dificultades intentó y logró ingresar en la Academia Dramática Imperial de Varsovia, con el decidido afán de adquirir una sólida formación interpretativa. En este punto, es de reseñar, además, que la Negri había también experimentado en el siempre complejo ámbito del ballet clásico. Con tan férrea y ambivalente capacitación no es de extrañar, pues, que pronto se viese elevada en las alturas de un escenario- Así en 1913, Pola Negri interviene en dos montajes dramáticos Hannele y Sodome's End. No obstante, su trayectoria teatral sería poco duradera, aunque curiosamente sería ésta la que primero le abriría las puertas que conducen al éxito y la fama; más, concretamente su intervención en Sumurun, una pieza dramática que escenificaría por dos veces, e incluso representaría en una posterior versión cinematográfica.
(cont.)
No hay comentarios:
Publicar un comentario