Su película, Garçon chiffon, como la de Maïwenn, ADN, o la de Claus Drexel, Sous les étoiles de Paris, se ha estrenado el 28 de octubre, el mismo día de la alocución de Emmanuel Macron anunciando un nuevo confinamiento. Lo mismo le ha ocurrido a Adieu les cons Albert Dupontel, parado en seco en su buen momento -600.000 espectadores desde su estreno-, Península que había tenido tantos problemas para retrasar su estreno, o Petit Vampire, de Joann Sfar. Después de su discurso, el presidente de la República no ha dicho una palabra sobre los cines, los teatros, museos, librerías o el mundo de la cultura en general, lo que ha supuesto un nuevo varapalo para ese mundo. De nuevo se corre el telón con la incertidumbre general de cuánto va a durar esta nueva pantalla en negro.
Para todos los profesionales de la cultura, la crueldad de la decisión es inmensa. Para Nicolas Maury, lo es aún más desde que su película, primer largometraje como director, "Mon garçon chiffon", como él la llama cariñosamente, ya ha sido privada de su presentación en el Festival de Cine de Cannes y, a partir de hoy, espectadores. Fatalista, pero contento con la acogida que ha tenido la película durante estos dos días (prensa unánime, pre-estrenos completos y público entusiasta, cifras de asistencia muy alentadoras...). La última presentación de su película en un cine del norte de París, nos dirige hacia un futuro incierto.
La sinopsis: 2020.Jérémie, de unos treinta años, está luchando por hacer despegar su carrera como actor. Su vida sentimental se ve alterada por sus repetidos ataques de celos y su relación entra en barrena. Luego decide dejar París e ir a su tierra natal, Limousin, donde intentará reconciliarse con su madre...
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