Ordet (la palabra) (Ordet), de Carl Theodor Dreyer
Carl Theodor Dreyer escogió una situación histórica y social muy particular para ambientar Ordet. Un pequeño pueblo de Jutland en los años veinte y dos familias en el punto álgido de la batalla entre razón y fe arrastrada durante siglos. El conflicto, por supuesto, no es una novedad de la época, pero la convivencia en un espacio tan reducido de ambas formas de pensar el mundo permite que el filme se impregne de su choque. Se trata de una adaptación de la obra teatral de Kaj Munk. Más cercano a las artes plásticas que a la pura narración de historias, Dreyer plantea esta película como un torrente de espiritualidad, rodeándola de un ambiente místico en el que se interesa por tratar, por encima de todo, la inseguridad del individuo ante los caprichos de la fe y de la razón. En un bellísimo blanco y negro, la luz y el detalle en los rostros y los objetos juegan un papel básico en los espacios y los encuadres, recordándonos la pintura flamenca y al pintor danés Vilhelm Hammershøi, admirado por Dreyer, con el que comparte el convencimiento de que en los interiores se consigue mayor dramatismo; y en ambos la quietud de su figuración nos enfrenta inevitablemente a la idea de la muerte. Ordet es considerada una las cumbres del cine europeo de todos los tiempos, ganó el León de Oro de Venecia en 1955.
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