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Si se inició en el cine con La reconciliación (Lilacs in the Spring, 1954), de Herbert Wilcox, a la que siguieron Ruta infernal (Hell Drivers, 1957), de Cy Endfield; La frontera del terror (Action of the Tiger, 1957); de Terence Young, Tumba de acero (Time Lock, 1957), de Gerald Thomas; Brumas de inquietud (Another Time, Another Place, 1958), de Lewis Allen, con Lana Turner); La gran aventura de Tarzán (Tarzan's Greatest Adventure, 1959), de John Guillermin; Darby O'Gill y el Rey de los duendes (El cuarto deseo) (Darby O'Gill and the Little People, 1959), de Robert Stevenson; Operación Snafu (On the Fiddle, 1961), de Cyril Frankel; The Frightened City (1961), de John Lemont y El día más largo (The Longest Day, 1962), de Ken Annakin, Andrew Marton, Bernhard Wicki fue por el dinero y no por la fama. John Huston que la dirigirá en una de sus mejores películas juntos (El hombre que quiso ser rey, 1975), dirá, además: “Solo conozco a dos actores a los que no les interesa la fama: Sean y la perra Lassie ... "
Lana Turner y Sean Connery en Brumas de inquietud (1958)
Durante el período de Bond (que incluirá siete películas: Agente 007 contra el Dr. No (Dr. No, 1962); Desde Rusia con amor (From Russia With Love, 1963), ambas dirigidas por Terence Young; James Bond contra Goldfinger (Goldfinger, 1964), de Guy Hamilton; Operación Trueno (Thunderball, 1965), de nuevo Terence Young; Sólo se vive dos veces (You Only Live Twice, 1967), de Lewis Gilbert y Diamantes para la eternidad (Diamonds Are Eternal, 1971), de Guy Hamilton, buscará desesperadamente roles más ambiciosos, que encuentra, en algunas ocasiones: el soldado humanista de La colina de los hombres perdidos (The Hill, 1965), de Sidney Lumet; o con Alfred Hitchcock de hecho, en Marnie la ladrona (Marnie, 1964), da vida a un masoquista hiperviril que se enamora de una neurótica frígida que intenta devorarlo. “En ese entonces, solía abrir la boca mientras escuchaba las líneas de mis compañeros. Hitch me dijo una vez: "No creo que al público le importe el trabajo de tu dentista ..." -afirmó Sean.
Sean Connery en Desde Rusia con amor (1963)
Una serie de películas fallidas, en opinión de algunos, Un loco maravilloso (A Fine Madness, 1966), de Irvin Kershner; El viento y el león (The Wind and the Lion, 1975), dirigida por John Milius; Cuba (1979), de Richard Lester; Meteoro (Meteor, 1979), de Ronald Neame y Atmósfera cero (Ouland, 1981), casi arruinan su crédito en Hollywood.
Y también el fracaso comercial de dos películas notables: Odio en las entrañas (The Molly Maguires, 1970), de Martin Ritt, en la que interpretó a un minero en huelga en la Pensilvania del siglo XIX. Y Robin y Marian (Robin and Marian, 1976), de Richard Lester, donde, junto a Audrey Hepburn, interpreta a un Robin Hood envejecido e infantil. Su calificación bajo tanto en la década de 1980 que Jean-Jacques Annaud luchó por imponerlo para El nombre de la rosa (Der Name der Rose, 1986), basada en la novela de Umberto Eco. Triunfo y dulce venganza: con Steven Spielberg, se convierte, entonces, en el bromista padre de Harrison Ford en Indiana Jones y la última cruzada (Indiana Jones and the Last Crusade, 1989). Y por su papel de policía honesto en Los intocables de Eliot Ness (The Untouchables, 1987), de Brian De Palma ganó un Oscar: el de mejor papel secundario...
Kevin Costner, Sean Connery, Andy Garcia y Charles Martin Smith en
Los intocables de Eliot Ness (1987)
Un día de 1983, entre dos rondas de golf (su pasión), reveló su cinefilia: Akira Kurosawa, Andreï Tarkovski ("Si me hubiera ofrecido Solaris, lo habría aceptado de inmediato"). E Ingmar Bergman: “Siento que rueda sus películas para mí y solo para mí. Me siento en mi silla y me encuentro olvidando el tiempo. También había esbozado el comienzo de una película que le hubiera gustado dirigir. "Un pasillo. Corte a un hombre y una mujer entrando corriendo en un ascensor. Interior: la pareja, aún en silencio, mira a la cámara. En el tercer piso, una linda chica se une a ellos. El hombre se quita el sombrero apresuradamente. Así que su esposa le lanza una larga mirada irónica… Nadie ha dicho nada todavía, ¡pero el público ya lo ha descubierto! Y para concluir: "¡Ah, triunfar en una comedia al estilo Lubitsch...! "
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