Heredero de una auténtica dinastía de actores, el comediante se había planteado dedicar su vida al periodismo o al deporte profesional, antes de decidirse finalmente a abrazar una sólida carrera formada por grandes éxitos populares, en el cine y en los escenarios. Murió el martes 22 de diciembre a la edad de 84 años.
Pudo haber hecho suyo el título de un guión de Sacha Guitry (desgraciadamente llevado a la pantalla por Fernandel, en 1951): Adhémar ou le jouet de la fatalité. Porque si se convierte en actor, no es por vocación, sino por atavismo: los Espinasse, convertidos en Brasseur, son una auténtica dinastía, que se remonta hasta 1820... En todo caso, estaba Georges, el abuelo, Germaine, su esposa. Y Pierre, el "enorme" Pierre, un genio de la interpretación, un monstruo de voz grave, como la tienen los grandes fumadores y bebedores que era...
El joven Claude (su madre lo llama "Claudie", su padre "Claudet", a él no le gusta este nombre andrógino) es rápidamente llamado al orden, cuando intenta, muy joven, elegir un otro trabajo: ser periodista, por ejemplo. En el camerino donde vino a entrevistarlo, la gran Elvire Popesco instantáneamente lo vuelve a poner en el camino correcto: “A Brrrraseur”, truena con su voz que alargando la r, no puede ser periodista. ¡Un Brrrrasseur es actor! »Y de inmediato le ofrece tres versos en el Judas, de Marcel Pagnol, que interpretará en su teatro...
Aunque conocido por sus interpretaciones, entre ellas papeles memorables en Banda aparte (Bande à part, 1964), de Jean-Luc Godard o La fiesta (La boum, 1980), de Claude Pinoteau, Brasseur siempre tuvo un ojo puesto en el mundo del deporte, que le consagró en 1983 con una victoria en el Dakar al tercer intento como copiloto de Jacky Ickx, gran amigo suyo.
Nacido en Neuilly-sur-Seine (afueras de París) en 1936, comenzó su carrera en el teatro pero pronto dio el salto a la gran pantalla donde trabajó con actores como Jean Gabin, Alain Delon, Romy Schneider y directores como Édouard Molinaro, Jean Renoir, Jean-Luc Godard o François Truffaut, entre otros.
En 1977 ganó el César por su interpretación en Un elefante se equivoca enormemente (Un éléphant ça trompe énormément, 1976), de Yves Robert, la historia de cuatro amigos de infancia a punto de cumplir cuarenta años, y de nuevo en 1980 por su papel de policía en La guerra de los policías (La guerre des polices, 1979), de Robin Davis.
La variedad de sus interpretaciones lo convirtió en uno de los rostros más conocidos del cine francés en los años 1970 y 1980, y aunque su carrera se prolongó hasta 2016 en los últimos años se limitaba a figuraciones en comedias poco valoradas por la crítica.
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