Jean-Pierre Bacri falleció el lunes 18 de enero de cáncer, a la edad de 69 años. Fue un actor sincero, una voz familiar, un autor incisivo y sobre todo un hombre libre.
Jean-Pierre Bacri ha muerto y lo perdemos todo al mismo tiempo. Sus ojos estaban perpetuamente en círculos, esa mirada de fatiga existencial. Su humanismo a contrapelo, sin concesiones, sin ilusiones. La atrevida sobriedad de su interpretación, como ninguna otra: opaca y sincera. Atrajo luz y afecto casi desafiante. Sus papeles desarrollaron los mil matices del mismo misántropo brusco, celoso de su misterio y de sus heridas, sin repetirse jamás.
Georges, el amigo en cuclillas, amargado y gruñón de Cuisine et dépendances (1993), de Philippe Muyl. Henri, el irascible dueño del café de Como en las mejores familias (Un air de famille, 1996), de Cédric Klapich. Jean-Jacques, el emprendedor melancólico y torpemente enamorado de Para todos los gustos (Le goût des autres, 2000 ), de Agnès Jaoui... Hombres constreñidos en sus vidas, en la exasperante banalidad de la vida cotidiana, entrañables a pesar de sí mismos, inolvidables, que revelado al gran público, tras años de papeles secundarios, o en obras poco conocidas, como L'été en pente douce, de Gérard Krawczik en 1987.
Actor delicado e intenso, alérgico a las limitaciones y los conformismos, fue también coautor de varias películas con Agnès Jaoui, como la citada Cuisine et dépendences y Como en las mejores familia.
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