Brillante ay apasionante estudio sobre Marco Ferreri firmado por Gabriela Trujillo, Marco Ferreri: Le cinéma ne sert à rien, (Capricci Editions, 2021), nos ofrece la ocasión para volver sobre el verbo panfletario, la filosofía incendiaria y las múltiples provocaciones del más iconoclasta de los cineastas italianos. Durante mucho tiempo, desde su muerte en 1997, para ser sincero, Marco Ferreri ha estado en el purgatorio. Ya no vemos sus películas, los más jóvenes no conocen su nombre... Pero nada es sorprendente: desde la Antigüedad, nos hemos deshecho de los portadores de malas noticias. Y como mensajero de lo peor, no podríamos hacerlo mejor que este cineasta regordete y barbudo, cínico por la lucidez, provocador por la necesidad, al que Gabriela Trujillo rinde homenaje en un libro con el sobretítulo irónico: El cine es inútil. Estudio emocionante, brillante e inteligente. Calidad suprema: es legible, completamente desprovisto del preciosismo jerárquico que abarrota muchos ensayos cinematográficos.
Ferreri es menos un director (sus películas son formalmente imprecisas, si no francamente descuidadas) que un panfletario. Un filósofo, más exactamente, un sociólogo que obstinadamente y con tristeza -porque nunca se regocija con lo que muestra- vería los vicios y las hipocresías del mundo. Y no va de la mano. La delicadeza, no le importa. La sutileza tampoco. Golpea fuerte, presiona donde duele y se revuelve profundamente en heridas abiertas. De ahí los gritos de dolor - y resentimiento - de sus víctimas. Quienes se convierten, necesariamente muy rápidamente, en detractores, adversarios, incluso enemigos jurados...
La cara oculta de los Treinta (Años) Gloriosos
El público del Festival de Cine de Cannes de 1973, con la presidenta del jurado, Ingrid Bergman, a la cabeza, grita de rabia y desesperación frente a La gran comilona (La Grande Bouffe), fábula terrenal, melancólica y escatológica, donde hombres de clase media sin aliento en sus cincuenta años se aprovechan del lema general - “¡Consume! »- para suicidarse colectivamente por medio de la comida. Nadie se ha atrevido a denunciar con tanta crueldad los días decepcionantes, el rostro oculto de las Treinta (Años) Gloriosos... Los insultos y anatemas dirigidos contra el cineasta, no paran.
Unos años más tarde, en Los negros también comen (Come sono buoni i bianchi, 1988), bromeó sobre ciertas ONGs humanitarias cuyos miembros acaban siendo devorados por las mismas personas a las que querían ayudar (la antropofagia es un tema recurrente en su obra.
En La carne (1991), comedia de amor, sexo y antropofagia... Tras colaborar en España con Rafael Azcona y rodar su película más destacada, La grande comilona, Ferreri resume la mayoría de los temas y obsesiones que lo han hecho famoso en esta atrevida síntesis que llega a tocar, incluso, el canibalismo. Con este tipo de propuestas, no es extraño que el cineasta tuviera habitualmente problemas para la distribución de sus películas.
Y mucho antes que Spike Jonze en Her (2013), imagina, en I Love You (1986), a un hombre, cansado del deseo que despierta, repentinamente, enamorado de un llavero con cabeza de mujer que susurra incansablemente las tres palabras que solo necesita escuchar para llenar su vida.