Bad Girls Go to Hell (1965), de Doris Wishman
Después de que su marido se va a trabajar, Ellen es violada en su apartamento por el portero del edificio. No se trata de la primera vez que esto sucede. Ellen ataca al hombre y luego se da a la fuga. Sale a la carretera y así llega hasta la gran ciudad, donde se enfrenta a una serie de situaciones abusivas. Por fin encuentra a una mujer agradable para rentarle una habitación, pero el hijo de la mujer resulta ser un detective que descubre su identidad y la amenaza y chantajea. La película se estructura en torno a una larga secuencia de sueños y presenta un final sorpresa. El enfoque que reviste la trama, una especie de cuento moral feminista tejido bajo un absorbente disfraz onírico pesadillesco que resulta ciertamente cautivador. Bad Girls Go To Hell carga contra los convencionalismos, con atrevimiento y mucha valentía, partiendo del género más machista y denigrante para las mujeres (pues en el sexploitation las féminas solían adoptar el papel de meros instrumentos exhibicionistas para goce de esos ojos masculinos que ansiaban contemplar senos y culos diferentes a los de su mujer o pareja) resquebrajando sus cimientos.
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