“Confidencias de medianoche”, “Un pijama para dos” y “No me mandes flores” : tres comedias llenas de audacia en las que la pareja desborda sensualidad interpreta con malicia y audacia la mojigatería del Hollywood de la década de 1950. Podemos redescubrirlas en DVD.
¿Por qué las tres películas con Doris Day y Rock Hudson (la primera, sobre todo, Confidencias de medianoche (Pillow Talk, 1959) triunfaron en los Estados Unidos de los años cincuenta? Muy pudoroso, este país, en ese momento: el director Otto Preminger casi fue llevado a los tribunales por haber usado, en Autopsia de un asesinato (1959), las palabras "bragas" y "esperma"... Ahora, Confidencias de medianoche trata de sexo. Palabras cubiertas, por supuesto, con alusiones ocultas y diálogos bidireccionales. Visualmente, el "código Hays", que no será abolido hasta quince años después, todavía tiene una censura muy estricta en el cine. Pero, gracias a la "pantalla partida" (la pantalla se divide en dos, o incluso más...). En Confidencias de medianoche, Michael Gordon se atreve a filmar a un hombre y una mujer, sin duda en su respectiva bañera, pero cuyas piernas parecen, un largo momento, se unen. Loco atrevimiento...
Moralidad y libertinaje
"Conocí a Doris Day antes de que fuera virgen", había dicho Groucho Marx (a menos que fuera el comediante Oscar Levant). Es decir, la reputación que tiene en Hollywood, donde solo la hacen interpretar a la ingenua mojigata. Se trata de hacerla menos cursi, se convierte en decoradora de interiores en Confidencias a medianoche y publicista en Un pijama para dos (Lover Come Back, 1961). Para erotizarla al máximo también. De hecho, si exceptuamos los abominables sombreros que rivalizan con los de la reina de Inglaterra en fealdad, ella está muy sexy en las tres películas, especialmente con un vestido blanco, hábilmente escotado en la espalda... Sexy, pero honesta, ya sea sentimental y profesionalmente. Esto es lo que le opone, en Un pijama para dos, a Rock Hudson, publicista como ella, pero decidido, para ganar jugosos contratos, ahogar a sus futuros clientes en el alcohol y el estupor. De ahí, entre ellos, este tenso intercambio telefónico:
ELLA (molesta): "¡No empleo el sexo con fines profesionales!"
ÉL (burlonamente): "¿Cuándo lo empleas? "
ELLA (decidida): “¡Nunca! "
ÉL (burlonamente): "Mi más sentido pésame a su marido..."
ELLE (furiosa): "No estoy casada..."
Él: (bozal): "Está todo explicado..."
Doris Day en Pijama para dos (1961) |
Si, en las tres películas, Doris Day simboliza a Estados Unidos como todavía se ve a sí misma, hermosa, emprendedora, saludable y realizada, se necesita todo el encanto de Rock Hudson para hacer agradables a sus odiosos personajes: un adicto al sexo en Confidencias a medianoche, un despreciable empresario en Pijama para dos, un hipocondríaco insufrible en No me mandes flores (Send Me No Flowers, 1964). Lo consigue muy bien: alto (1,95 m!), moreno, atlético, varonil...
Rock Hudson y Doris Day dans No me mandes flores, de Norman Jewison (1964). |
(cont.)
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