La naranja mecánica (A Clockwork Orange, 1971), de Stanley Kubrick
Gran Bretaña, en un futuro indeterminado. Alex (Malcolm McDowell) es un joven muy agresivo que tiene dos pasiones: la violencia desaforada y Beethoven. Es el jefe de la banda de los drugos, que dan rienda suelta a sus instintos más salvajes apaleando, violando y aterrorizando a la población. Cuando esa escalada de terror llega hasta el asesinato, Alex es detenido y, en prisión, se someterá voluntariamente a una innovadora experiencia de reeducación que pretende anular drásticamente cualquier atisbo de conducta antisocial. La oda a la violencia por excelencia la recreó Kubrick en 1971, y todavía nadie ha conseguido hacerle sombra a esa sin razón alucinógena e incómoda que fue La naranja mecánica y que no hemos podido parar de ver como si fuésemos el agresivo Alex en esa terapia de choque que nos hizo tener pavor a ir al oftalmólogo. Basada en la novela homónima, de carácter distópico, del escritor británico Anthony Burgess, publicada en 1962.
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