Presentada en el Festival de Cine de Animación de Annecy y disponible en streaming a partir de este viernes, Luca (2021), de Enrico Casarosa, es una historia de amistad de conmovedora nostalgia, con la ventaja añadida de sabrosos guiños al cine italiano. A partir de 6 años.
La última incorporación a los estudios Pixar es un animal divertido... híbrido. Como Luca, su joven y entrañable héroe epónimo. En las profundidades del mar, es una especie de niño tritón: cola, aletas, escamas, todo, de un azul verdoso fluorescente como un juguete de plástico barato. Pero tan pronto como se encuentra en seco, el simpático monstruo nadador inmediatamente toma forma humana. Brazos, piernas, carita redonda y franca, apasionado por las Vespas y una curiosidad ilimitada por el pequeño puerto vecino. Sí, lo mismo que a sus padres le prohibieron acercarse, aquel donde los pescadores y los prejuicios acechan, dos peligros igualmente formidables.
Afortunadamente para nosotros, el aqua-kid desobedece, tras la estela de un congénere joven e inquieto que se convertirá en su mejor amigo, y la película cambia de nivel... flotando. De un mundo submarino, donde todo es pulcro pero algo acorde, al catálogo de los habituales gags de Pixar - Luca es por ejemplo el pastor de una bandada... de peces -, pasamos al tierno deslumbramiento de una aventura al estilo italiano. De hecho, no se trata de desembarcar en cualquier aldea humana. Aquí estamos en algún lugar de la Riviera de los años 1950 y 1960, en la pátina ocre de las casas antiguas, en el laberinto de calles en pendiente y la efervescencia de una pequeña comunidad, deliciosamente dibujada en all'arrabiata.
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