En esta película estrenada en los cines el miércoles 2 de junio, el eslovaco Ivan Ostrochovsky examina los dilemas morales de los jóvenes católicos en Checoslovaquia, atrapados entre el Vaticano y la URSS antes de la caída del Telón de Acero. ¿Dónde está la línea que separa la resistencia y el compromiso? Un reflejo sutil, sin juzgar, en blanco y negro.
Es una película discreta, estrenada a hurtadillas el 28 de mayo de 2021. En Siervos (Servants, 2020), el joven director eslovaco Ivan Ostrochovsky evoca, con un estilo refinado a menudo cercano a Robert Bresson, las presiones ejercidas, en la década de 1980, por el poder comunista contra una parte del clero, resistente a sus oukazes (decretos). Es difícil imaginar que en Francia, donde, después de muchas controversia, la separación entre Iglesia y Estado ha sido eficaz desde 1905. Pero esto está lejos de ser el caso en todas partes: hemos visto recientemente las mujeres polacas liturgias de interrupción para denunciar las medidas contrarias al aborto promulgadas por sus líderes y apoyadas por ciertos sacerdotes. Cuando se estrenó La Llorona (The Curse of La Llorona) en 2019,- una magnífica evocación, que raya en lo fantástico, de un aparición tenebrosa, atrapada entre el cielo y el infierno, con un destino terrible sellado por su propia manos. El director Jayro Bustamante ha declarado: “Las cosas apenas han cambiado en Guatemala: desde hace décadas, los militares siempre han tenido el poder, a lo que se suma el de la Iglesia Católica: lobos frente a cientos de ovejas que no se rebelan".
Siervos (2020), de Ivan Ostrochovsky. Durante los años 1980 en Checoslovaquia, en un seminario, sumiso a las presiones del gobierno comunista, ¿resistir o someterse? |
Más allá del bien y el mal
Siervos nos traslada al campo de las víctimas, estos jóvenes creyentes que, en su facultad teológica, se encuentran atrapados en un movimiento de pinzas entre maestros perpetuadores de tradiciones y otros, comisionados por el poder… Resistir o someterse. Obedece su fe o la ley, ya que en estos tiempos convulsos se oponen a ellos. Y es esta progresión sumisa en corazones y mentes es lo que el cineasta rastrea. Magnífica foto en blanco y negro. Angustia difundida por una serie de escenas cortas, elípticas, a veces burlescas: jóvenes dando vueltas incansablemente alrededor de una mesa de ping-pong o practicando saltos en una cama elástica, a riesgo de romperse la crisma...
El director no dibuja solo, y este es el objetivo de su película, el mal puro y duro. Crudo, brutal y salvaje. Tiene rostro humano, al contrario. Es razonable, tranquilizador, lógico. Aquellos que sucumben a él pueden, por tanto, justificar su traición en nombre de la sabiduría. “Todos me van a escupir, pero yo voy a salvar mi colegio”, se decía a sí mismo uno de los líderes del instituto teológico, mientras cedía a la tentación…
¿Se disuelven las faltas de un traidor en la pureza de sus intenciones? ¿Podemos comprometernos en nombre de un Bien esperado en vano?… Estética y misteriosa, la película plantea más preguntas que respuestas. ¿Cuál es el papel del artista, además, aunque algunos, en estos tiempos convulsos, tiendan a olvidarlo? “Intento”, dice Ivan Ostrochovsky, encontrar personajes que, aunque hagan cosas malas, se parezcan a nosotros. Necesitamos entender qué los impulsa a sucumbir al miedo, la frustración, la insaciabilidad. Quiero que el público comprenda lo fácil que es encontrarse en el lado equivocado de la historia".
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