viernes, 30 de julio de 2021

Las 100 mejores películas de terror del siglo XXI (XXXI)

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10.- Los otros (The Others, 2001), de Alejandro Amenábar

Solo dos largometrajes previos, Tesis (1996) –ganadora de 7 Goyas, incluyendo los de mejor película, director novel y guion original– y Abre los ojos (1997), colocaron al por entonces nuevo niño prodigio del cine español Alejandro Amenábar en la posición de rodar una película de terror en inglés, con el mismísimo Tom Cruise y los hermanos Weinstein en la producción, y una estrella de la talla de Nicole Kidman como maravillosa protagonista. Ella puso la fuerza de su gélida mirada azul y un poderío interpretativo que empezaba a ser reconocido en su encarnación de Grace, una sufrida madre recluida en un caserón de la Isla de Jersey, a la espera de un marido que se fue a la guerra y nunca volvió, al mismo tiempo que cuida de sus dos hijos (perfectos Alakina Mann y James Bentley), que padecen una enfermedad por la que deben cuidarse de exponerse a la luz del sol. Una historia de fantasmas que bebía de fuentes como la novela Otra vuelta de tuerca de Henry James –y su versión cinematográfica Suspense (The Innocents, 1961), de Jack Clayton–, el cine de Hitchcock –la rubia Kidman podría ser una perfecta heroína del maestro del suspense–, Al final de la escalera (The Changeling, 1980), de Peter Medak –la película favorita de Amenábar– o El sexto sentido  (The Sixth Sense, 1999), de 
M. Night Shyamalan, con la que fue muy comparada por tener un giro final bastante similar. Sin embargo, a pesar de todos estos referentes, Los otros consiguió encontrar su propia personalidad, resultando una de las aproximaciones más hermosas al subgénero de casas encantadas y espectros del pasado, gracias a un personaje femenino muy complejo, que se debate entre la locura y el amor maternal. La inquietante presencia de unos nuevos sirvientes (destacando una soberbia Fionulla Flanagan) consigue su propósito de generar gran desconfianza y esa sensación de peligro constante acechando en cada rincón de una casa que parece habitada por fantasmas. Su corte clásico y un acabado formal impecable –la labor de Javier Aguirresarobe en la fotografía es magistral– hicieron de ella una cinta atemporal y fácilmente exportable, cuyo éxito trascendió fuera de las fronteras de nuestro país, recaudando más de 200 millones de dólares en la taquilla mundial. 8 premios Goya (incluyendo los de mejor película y director) avalan la calidad de un trabajo que le supuso a Nicole Kidman una nominación al Globo de Oro como mejor actriz dramática.

9.- Déjame salir (Get Out, 2017), de Jordan Peel

Brillante ópera prima como director de Jordan Peele que sorprende por la complejidad de su propuesta, gracias a un ingenioso guion (obra del propio Peele y ganador del Oscar) que, aun estando enclavado en el terror, también funciona como una suerte de exótico thriller psicológico, aderezado de algunas dosis de ciencia ficción (en su modalidad de “científicos locos”) y de comedia negra, todo ello para ocultar una aguda crítica social y política al modo de vida americano de la era posterior a Obama, con una sociedad hipócrita que se vanagloria de ser tolerante y progresista, pero en la que aún quedan vestigios de racismo disfrazados bajo una cara amable demasiado impostada. Es lo que sufre en sus carnes el protagonista de la historia, Chris (notable Daniel Kaluuja), un joven afroamericano que es llevado por su novia blanca (Allison Williams) a pasar un fin de semana a casa de sus futuros suegros (fantásticos Catherine Keener y Bradley Whitford) para que todos se conozcan y así formalizar del todo su feliz relación. Pronto descubrirá que tras los rostros y comportamientos excesivamente amables de los anfitriones (y del resto de vecinos de la exclusiva urbanización) se esconden turbios secretos e intenciones. Peele entrega una retorcida sátira que bien podría ser el cruce perfecto entre la clásica Adivina quién viene esta noche (Guess Who's Coming to Dinner, 1967), de Stanley Kramer; Las esposas de Stepford (The Stepford Wives, 1975), de Bryan Forbes, y algún capítulo alargado de Dimensión desconocida. Tratándose de un debut como director, sorprende sobremanera cómo se han sabido exprimir al máximo pequeños detalles de guion que contribuyen a perfilar con contundencia la psicología del protagonista –el alegórico momento del ciervo atropellado–. También deja para los anales del género una escena excepcional, la de la sesión de hipnosis practicada sobre Chris por su suegra, valiéndose de algo tan simple como una cucharilla que mueve dentro de una taza de té para crear incomodidad y desasosiego. Son especialmente turbadoras las contribuciones de los personajes negros secundarios, con mención especial a la criada de la familia (una espeluznante Betty Gabriel), así como el divertido LilRel Howery, en el rol del mejor amigo de Chris, reconvertido en detective improvisado, funciona como inesperado contrapunto cómico que ayuda a que la película respire en medio de tanta tensión, propiciando algunos momentos tan desopilantes como el que tiene lugar en una comisaría. Déjame salir obtuvo fantásticas críticas, arrasó en taquilla, siendo un sleeper en 2017, con 255 millones de dólares recaudados, y estuvo nominada a cuatro Oscars de categorías importantes –película, director, actor (Kaluuja) y guion original, consiguiendo, muy merecidamente, este último premio–.

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