Una criatura mítica y enfurecida que vino del fondo del mar para devastar ciudades, Godzilla ha reinado sobre la imaginación japonesa durante décadas. En candelero de nuevo por el desastre de Fukushima, condensa las angustias de la sociedad japonesa en una inmensa proyección catártica.
Con casi 70 años, Godzilla no está dispuesto a retirarse. Estrenada la primavera pasada, su nueva obra, Godzilla vs Kong, subió a la cima de la taquilla, ¡logrando la friolera de 460 millones de dólarres en ingresos! Un éxito colosal, pero ¿qué más se puede esperar del proclamado “rey de los monstruos”?
Nacido en Japón en 1954, "Gojira" (un neologismo que asocia las palabras gorila y ballena: Gorira lit. Gorila?) y Kujira lit. Ballena), cambió rápidamente de nombre para que sonara mejor para los oídos occidentales. Desde sus inicios, el lagarto gigante soñó con convertirse en lo que es hoy, una estrella internacional. Si no brilla en los roles de composición y a menudo tiene problemas con los diálogos, ¡rompe la pantalla! Una presencia, un carisma natural, animal, dicen algunos, llevado por su mirada resplandeciente, medidas extraordinarias (164.000 toneladas en 120 metros de altura) y una rabia interior que lo empuja a atomizar a sus oponentes y reducir a cenizas las ciudades. Sobre este patrón inmutable, “Big G” ha construido una filmografía imponente: treinta y seis largometrajes, así como múltiples series y películas animadas, a las que hay que agregar una plétora de manga, cómics y videojuegos.
Propiedad de Tōhō Studios, una de las mayores productoras del cine japonés, que monetizó su imagen al mejor postor y se embolsó hoy, gracias a productos derivados, mucho más que con películas, Godzilla se ha convertido en una gigantesca máquina de hacer dinero y un modelo de monstruo modelo.
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