El personaje del antihéroe sediento de sangre ya se ha visto mil veces. Sin embargo, en Kate (2021), un largometraje de Cédric Nicolas-Troyan seduce con su encanto espectral, sus peleas elegantemente coreografiadas y la notable Mary Elizabeth Winstead.
En Kate, Mary Elizabeth Winstead crea una heroína, como lo hizo Sigourney Weaver una vez con su Ripley de la saga Alien |
Kate, por tanto, no tiene nada más que perder, aparte de tiempo. Agradable sorpresa, la película se toma su tiempo y no cede a la pura acción histérica. La puesta en escena del francés Cédric Nicolas-Troyan es elegante y atrevida. El ritmo, profundamente melancólico, coincide con el blues del personaje. También es a menudo en una magnífica noche azul de Tokio donde Kate evoluciona. Una ciudad curiosamente despoblada, casi espectral, como si Kate ya estuviera en el más allá. Como en Collateral (2004), de Michael Mann, en el que inevitablemente pensamos, este aspecto onírico a veces se ve empujado por escenas de combate de rara violencia, piezas de valentía con coreografías maravillosamente fluidas, ejecutadas con estilo y alegría.
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