El último tango en París (Ultimo tango a Parigi, 1972), de Bernardo Bertolucci
Una mañana de invierno un maduro norteamericano y una joven muchacha parisina se encuentran casualmente mientras visitan un piso de alquiler en París. La pasión se apodera de ellos y mantienen relaciones sexuales en el piso vacío. Cuando abandonan el edificio, ambos se ponen de acuerdo para volver a encontrarse allí, en soledad, sin preguntarse ni siquiera sus nombres. La película se caracterizó por su fuerte erotismo, pasando a la historia del cine una escena particular en la que el personaje masculino viola analmente a la mujer, valiéndose de un poco de mantequilla a modo de lubricante. Estas escenas, y en general el tratamiento de la temática erótica desde una óptica inusual (numerosas escenas de desnudos frontales de la mujer), causaron un gran impacto en la sociedad de la época. Según contó Maria Schneider en 2001, su papel en el guion original estaba pensado para que lo interpretara un chico. La película fue censurada en España durante el régimen franquista y no se estrenó hasta diciembre de 1977. Antes de su estreno oficial y para sortear la censura, miles de españoles viajaron a Biarritz y Perpiñán para verla. Sin embargo, a pesar de ser ampliamente recordada por estos detalles, suele destacarse la interpretación de un Brando ya maduro, y la calidad del trabajo fotográfico del filme (Vittorio Storaro), que contribuye en buena medida a otorgar un contrapunto de lirismo a una cruda trama argumental.
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