El planeta salvaje (La planète sauvage, 1973), de René Laloux
En el lejano planeta Ygam viven unas criaturas gigantescas llamadas “Draags” que han domesticado a los pequeños "Oms", seres humanos que están siendo exterminados. Pero un Om consigue escapar... El cine de animación ajeno a las megaproducciones de Disney y derivados es capaz de ofrecer él solo, múltiples platos de alta categoría para los gourmets del cine. Desde los inicios del lenguaje animado a las películas underground de los setenta y ochenta, de donde surgieron autores cuya filmografía completa rebosa cult-movies históricas, como Ralph Bakshi. Pero El planeta salvaje es especial, por sus circunstancias y resultados.
Es una coproducción entre Francia y Checoslovaquia, de ambiciones claramente anticomerciales, dirigida por René Laloux y coescrita por Laloux y Roland Topor (autor de, entre otras muchísimas cosas, la novela en la que se inspira El quimérico inquilino). Cuando Laloux dejó el proyecto, le sucedió Topor. Y todo ello confluye en una película única, de imaginería surrealista, abiertamente pictórica, y que convierte sus limitaciones técnicas en parte de su identidad, con la historia de un mundo en el que los humanos son vistos como mascotas por unos enigmáticos gigantes de color celeste. Una maravilla evocadora, literalmente única en su género y que no ha envejecido ni un ápice porque siempre ha flotado fuera del espacio y el tiempo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario