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La racha prosiguió con su siguiente trabajo, el drama de ciencia ficción Encuentros en la tercera fase (Close Encounters of the Third Kind, 1977), que volvió a cosechar un enorme éxito a todos los niveles, pero Spielberg tampoco era infalible y, en 1979, sufrió su primer traspié, tanto comercial como artístico, con una sátira bélica que, a día de hoy, ha sido bastante reivindicada: 1941. Aquella incursión en el género de la comedia del cineasta mostró serias señales de megalomanía, tanto en su presupuesto (35 millones de dólares) como en una duración que se alargaba hasta los 143 minutos en un montaje original que sería rebajado a los 118 que fueron estrenados en cine. La historia, escrita por Robert Zemeckis, John Milius y Bob Gale, de la psicosis colectiva sufrida por los habitantes de las costas de California cuando, tras el ataque japonés a Pearl Harbor, un submarino nipón se extravíe en sus cercanías, está rodada con una brillantez técnica irreprochable. La ambientación clásica, la brillante fotografía de William A. Fraker, el reparto lujosísimo (Bobby Di Cicco, Nancy Allen, Toshiro Mifune, Tim Matheson, Treat Williams, Dan Aykroyd, Ned Beatty, Warren Oates, Robert Stack, Christopher Lee o un icónico John Belushi), fueron ingredientes que no bastaron para que la cinta acusase cierta irregularidad. Quedan para el recuerdo algunas secuencias inolvidables, como aquel guiño a Tiburón que tenía como protagonista a Susan Backlinie, la misma chica que fue la primera víctima del escualo y que aquí parodiaba tan mítico momento, o la escena de la noria descarrilada. Pese a haber significado durante muchos años una gran mancha negra en el currículum de Spielberg, 1941, sin ser la gran comedia que ambicionó (en su lugar fue una comedia grande), posee todas las características que hicieron de él una leyenda en el cine de entretenimiento y funciona como espectáculo disparatado y no exento de ácida crítica al patriotismo mal entendido. Los 92 millones de dólares recaudados no fueron suficientes para ser tomados como un éxito, pero el cineasta resurgiría rápidamente con dos de sus mayores triunfos en taquilla.
Encuentros en la tercera fase (19770 |
Y, al año siguiente E.T., el extraterrestre (E.T. the Extra-Terrestrial, 1982), su entrañable historia de amistad entre un ser llegado de otro planeta y un niño, arrastraron a millones de espectadores a las salas de cine. La cinta está basada en un amigo imaginario del propio director, creado tras el divorcio de sus padres. Los críticos la aclamaron como una historia intemporal de la amistad y la sitúan como la película de ciencia ficción más grande jamás realizada según una encuesta del sitio web Rotten Tomatoes.
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