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Una crítica que sí quedó encantada con su versión animada de Las aventuras de Tintín: El secreto del unicornio (The Adventures of Tintin, 2011), una idea a la que Spielberg llevaba dándole vueltas desde 1981. Los avances en animación en 3D, trabajando sobre actores de carne y hueso (Jamie Bell, Andy Serkins, Daniel Craig, Simon Pegg o Nick Frost), hicieron que se pudiera sacar adelante esta asombrosa cinta de aventuras protagonizada por los héroes de los cómics de Hergé, que recupera el mejor pulso para la acción de Spielberg —ese que faltó en la última entrega de Indiana Jones—, con escenas tan redondas como la persecución a través de unas callejuelas junto al río, en plano secuencia. Toda la película es una montaña rusa repleta de misterio, peligros, humor, exotismo, destilando amor y respeto hacia la obra de Hergé en cada fotograma. Por desgracia, su recaudación de 372 millones de dólares se antojó insuficiente como para que el director se arriesgue con otra entrega de Tintín.
Las aventuras de Tintín: El secreto del unicornio (2011) |
2012 sería otro año decisivo para el cineasta, un punto de inflexión en el que emprendería una de sus obras más solemnes y unánimemente aclamadas por la crítica, Lincoln, drama histórico parcialmente basado en la biografía Team of Rivals: The Political Genius of Abraham Lincoln, escrito por Doris Kearns Goodwin, que cubre los últimos cuatro meses de la vida de aquel presidente de los Estados Unidos y cómo este luchó para conseguir abolir la esclavitud en el país, a través de la aprobación de la Decimotercera Enmienda a la Constitución de los Estados Unidos en la Cámara de Representantes. Spielberg dirige con maestría una de esas películas que huelen a clásico instantáneo, eludiendo ese sentimentalismo que lastró algún proyecto anterior para realizar un acto de emoción contenida, elegante clasicismo y un pleno dominio, tanto de la narración, como de un puñado de espléndidos intérpretes —Sally Field (maravillosa en su composición de Mary Todd Lincoln), Tommy Lee Jones, David Strathairn, Joseph Gordon-Levitt, James Spader, Hal Holbrook—, capitaneados por un Daniel Day Lewis espectacular, ganador de su tercer Oscar a mejor actor tras los obtenidos por Mi pie izquierdo (My Left Foot: The Story of Christy Brown, 1989), de Jim Sheridan, y Pozos de ambición (There Will Be Blood, 2007), de Paul Thomas Anderson, 2007).
Tres años después, Spielberg continuó con su buena racha en el cine “serio” con un magnífico thriller ambientado en la Guerra Fría, El puente de los espías (Bridge of Spies, 2015), que contó la historia real de un abogado (Tom Hanks, confirmando su calidad de actor fetiche del director) encargado de defender al espía ruso Rudolf Abel, en 1957, mientras era coaccionado por la CIA para que viole la confidencialidad que, como defensor, le debía a su cliente. Una apasionante cinta de espionaje, dotada de un guion de hierro escrito por los hermanos Ethan y Joel Coen en estrecha colaboración con Matt Charman y rodada con ese clasicismo que caracteriza al cine histórico de Spielberg. Amy Ryan y Alan Alda acompañan a Tom Hanks en esta cinta en la que Mark Rylance, en el papel de Abel, se llevó todos los aplausos y un buen puñado de premios, entre ellos el Oscar y el BAFTA como mejor actor secundario.
El puente de los espías (2015) |
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