(cont.)
El mismo año que Minority Report, el realizador estrenaba la brillante comedia dramática Atrápame si puedes (Catch Me If You Can, 2002), biografía de Frank Abagnale Jr., un joven que, con 19 años, había logrado amasar una fortuna de millones de dólares, realizando múltiples estafas y falsificaciones de cheques, haciéndose pasar por piloto de aerolíneas, abogado o médico, antes de acabar siendo reclutado por el propio FBI para aprovechar sus innatas capacidades para la mentira. El título de la cinta hace mención a la persecución constante de Frank (un Leonardo DiCaprio notable, como acostumbra) por parte del agente del FBI al que Tom Hanks interpreta de forma fabulosa, y posee un ritmo vertiginoso y ese sentido del espectáculo marca de Spielberg (también cierta carga sentimental que logra que trascienda del puro divertimento) que hacen que sus 140 minutos de metraje no se hagan pesados. Christopher Walken obtendría una merecida nominación al Oscar como mejor actor secundario por encarnar al padre de Frank, y Amy Adams comenzó a despuntar como actriz a raíz de su pequeño papel aquí.
Otra historia real, la del refugiado iraní Mehran Karimi Nasseri, atrapado en un aeropuerto parisino durante 18 años, por cuestiones diplomáticas, fue adaptada en La terminal (The Terminal, 2004), poniendo de protagonista a un ciudadano europeo exiliado en el John F. Kennedy, de Nueva York, Victor Navorski (papel a medida de Tom Hanks, en su tercera colaboración con Spielberg). La trama, que daba para un crítico drama, vista la situación de injusticia y desamparo político de aquel hombre, se convierte, por obra y gracia del guion de Sacha Gervasi y Jeff Nathason, sobre una historia de Andrew Niccol, en una dulzona comedia cargada de buenos sentimientos, muy en la línea de aquellos clásicos de Frank Capra de los años 1930 y 1940. La presencia del personaje de la azafata interpretada por Catherine Zeta Jones posibilita un tierno romance que hace que la película se vea con agrado, aunque pierda en el camino muchas de sus posibilidades para trascender como denuncia. Sus casi 220 millones de dólares recaudados hicieron que los golpes de la crítica (tal vez más de los que merecía, solo comprensibles por la circunstancia de haberse estrenado tras una obra mayor como Atrápame si puedes) fuesen más soportables.
En 2005, Spielberg levantó ampollas entre la comunidad judía en Estados Unidos por humanizar a los miembros de Septiembre Negro en la controvertida Múnich (Munich). La película narraba la historia real de un agente secreto del Mossad (Eric Bana en uno de sus mejores trabajos) a quien se le encomendó la misión de asesinar a once palestinos, algunos de ellos responsables del ataque terrorista de los Juegos Olímpicos de Múnich, en 1972, que acabó con la vida de varios atletas israelíes. Un thriller político magníficamente rodado, que manejaba el suspense y la tensión como el mismísimo Alfred Hitchcock o el Fred Zinnemann de Chacal (1973), y en el que el director se alejaba de una imparcialidad criticada en trabajos anteriores para dotar a su obra de rigurosidad y una complejidad moral pocas veces vista en su cine. Fue nominada a cinco Oscar (incluidos los de mejor película, director y guion adaptado) y se ganó el favor de la mayor parte de la crítica.
No hay comentarios:
Publicar un comentario