Vida en sombras (1948), de Llorenç Llobet-Gràcia
Carlos es un joven que tiene desde niño fijación por el cine. Ahora, casado con Ana, ha conseguido convertir su afición en un medio de vida al convertirse en reportero gráfico. Pero el mismo día que comienza la Guerra Civil ocurre algo que le hace renegar de las cámaras para siempre. El único largometraje de Llobet Gràcia es una fascinante declaración de amor al cine realizada con medios casi exclusivamente visuales, como reivindica el propio protagonista en un momento dado, citando -en la España franquista de 1948- ni más ni menos que a Pudovkin. Relegada por la censura al ostracismo, el productor decidió realizar un nuevo montaje sin contar con el director: en él no sólo eliminaba las críticas abiertas al bando rebelde en la Guerra Civil, sino que destrozaba los fascinantes movimientos de cámara, los virtuosos planos secuencia y el lírico montaje de Llobet Gràcia para, supuestamente, "aligerar" la película. El resultado, con seis minutos menos, se estrenó sin éxito cinco años más tarde, en 1953, mediante un puñado de malas copias en un par de cines. Llobet-Gràcia fue condenado al ostracismo por el desastre económico que fue la película y los duros enfrentamientos que tuvo con la censura. Llobet-Gràcia no volvió a hacer cine. Por su parte, Fernán Gómez volvió a hacer algunas de esas comedias que le daban de comer y hacía que los represores se olvidarán de su condición de anarquista. Restaurada en 2012 por la Filmoteca de Catalunya, la versión original deslumbra hoy por la modernidad de su discurso visual y narrativo: muchas de las secuencias son prácticamente mudas, en consonancia con las tesis del protagonista, alter ego del propio director, y resultan especialmente sorprendentes sus juegos con las pantallas, incluidas unas brillantísimas referencias metafílmicas a Rebeca (Rebecca, 1940). Una de las mejores películas "olvidadas" del cine español, cuyo final parece haber inspirado al Almodóvar de Dolor y Gloria (2019).
No hay comentarios:
Publicar un comentario