Padre bipolar, heridas de la infancia… En sus películas, el cineasta belga habla a menudo de su historia en voz baja. Mientras que Un amor intranquilo (Les intranquilles, 2021) se estrenó el miércoles 29 de septiembre, est admirador de Christine Angot y Jane Campion habla de sus obsesiones.
Leïla y Damien se quieren con locura. Ambos luchan por mantener unida a la familia a pesar de la bipolaridad de Damien. Ninguno se rinde, aunque él sabe que nunca podrá ofrecerle lo que ella desea.
El cineasta belga confía el envés de Un amor intranquilo, su noveno y soberbio largometraje, en competición en el último Festival de Cannes: una génesis paradójicamente serena de esta película tan autobiográfica que se inspira en su propia infancia entre un padre maníaco-depresivo y una madre que lucha por mantenerse enamorada en contra de la enfermedad de su marido y en contra de todos. Desde Propiedad privada (Nue propriété, 2006), donde dos hermanos se desgarran, hasta Después de nosotros (L'économie du couple, 2016), sobre la imposible convivencia de una pareja rota, pasando por Perder la razón (À perdre la raison, 2012), con Émilie Dequenne como una madre a la que la asfixia familiar la conduce al infanticidio, el director, admirador de Maurice Pialat y Michael Haneke, no ha dejado nunca de filmar la complejidad de las relaciones familiares. Ver la violencia detrás de esta puerta íntima que otros prefieren dejar cerrada. Mirada vuelta al cielo, voz suave como si leyera un cuento infantil, confía su admiración, sus obsesiones y hasta sus faltas, con la calma de quien ha aprendido a domesticar sus recuerdos y sus demonios, pero que no lo hace hasta el punto de comprometer lo real y la verdad en el cine.
No hay comentarios:
Publicar un comentario