(cont.)
- La mujer y el pelele (La Femme et le Pantin, 1929): la versión más fiel (y la más desconocida)
Sin estrella: esta es la primera buena idea de Jacques de Baroncelli, director olvidado hace mucho tiempo. Para interpretar a la heroína, elige a un extraño de 17 años, con un seudónimo exótico (¡Conchita Montenegro!), Pero con una silueta frágil, un rostro risueño e infantil, recuerda el de la actriz quebequense Geneviève Bujold . Segunda buena idea: no ridiculiza a ninguno de los duelistas. Si hoy nos da un poco de vergüenza algunas exageraciones debidas al mudo (se ríe un poco con demasiada frecuencia, echando la cabeza hacia atrás, mirándola demasiado tiempo con una mirada dura y viril), la lucha entre ellos, es equilibrada. Esta mujer y este títere son tan mortíferos como el otro, casi Baudelaire ("Yo soy la herida y el cuchillo/Y la víctima y el verdugo"). Están en pie de igualdad hasta el último episodio que solo consolida su infierno juntos. En esta película, de repente nos acercamos mucho al Bergman de las escenas de la vida matrimonial.
El cine mudo obliga, ella se ríe con demasiada frecuencia, él la mira fijamente durante demasiado tiempo. Pero están en pie de igualdad. La mujer y el pelele (1929) de Jacques de Baroncelli |
- Ese oscuro objeto del deseo (Cet obscur objet du désir, 1977: la versión más libre (y la más exitosa ...)
Todo sale mal, como siempre, en Buñuel. Francia y España explotan, en el verdadero sentido del término: ataques a París y Madrid, tramados por movimientos inesperados, como Garej, el “Grupo del ejército revolucionario del Niño Jesús”. Los ratones trotan por los lujosos apartamentos antes de que los homosexuales los agarren. Las moscas se ahogan en cócteles en restaurantes elegantes. El propio héroe (Fernando Rey) parece totalmente fuera de lugar. Él es siempre un juguete de mujer, pero ella está duplicada en su mente y ante nuestros ojos: a veces menuda, morena y risueña, a veces esbelta y gélida, a la Greta Garbo. Cuando una (Ángela Molina) entra a un baño, es la otra (Carole Bouquet) que surge ante él. Una forma para que el cineasta ironice sobre la ilusión que empuja a los hombres a confundir sus pasiones con la imagen que tienen de ellos. De repente, la novela de Pierre Louÿs es bastante eufórica...
No hay comentarios:
Publicar un comentario