Para Moncho (Manuel Lozano), la primavera de 1936 fue el comienzo de una nueva aventura. Tras una buena temporada sin acudir por enfermedad, este pequeño gorrión vuelve a la escuela. Allí conoce a un hombre bastante raro: Don Gregorio. Un maestro bastante más preocupado en hablarles del origen de la patata que en darles la lección de turno. Junto a él, aprenderá que la naturaleza y la lectura son las dos mejores amigas y consejeras que se pueden tener. Unos meses en los que aprenderá curiosidades como que las mariposas tienen la lengua en espiral para poder así rebañar bien el polen de las flores. ¿Cuál es el término concreto para esa peculiar lengüita? ¡Espiritrompa! Eso es. Una palabreja que se le quedará grabada de por vida a Moncho y a todos nosotros como espectadores después de haber visto esta película.
José Luis Cuerda se une al maestro Rafael Azcona, uno de los cronistas más cáusticos que hemos tenido en nuestro país y guionista de alguna de las mejores cintas de Luis García Berlanga, para adaptar alguno de los relatos más bonitos y dolorosos del libro ¿Qué me quieres, amor?, de Manuel Rivas. La lengua de las mariposas es una de las películas que mejor saben retratar el infierno que supuso el golpe de estado franquista de julio del año 1936. A través de los ojos de un niño comprobamos que el verdadero infierno no existe después de la muerte, sino que el infierno somos nosotros mismos. Los propios seres humanos, a través del odio y la crueldad. Una obra tremendamente emocional que sabe cómo ser desgarradora sin caer en sentimentalismos y que sirvió para acercarnos más que nunca al Fernando Fernán-Gómez persona y no al personaje público. Cada vez que Don Gregorio abre la boca es a Don Fernando al que escuchamos, por lo que el desgarro de este drama es aún mayor. Esta interpretación crepuscular supone uno de los mejores trabajos de Fernán-Gómez delante de la cámara y la enésima demostración de que el genio seguía completamente en forma.
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