Con Petrov's Flu, proyectada hasta ahora sólo en festivales, el director de Leto (2018) firma una curiosa, increíble, fascinante y loca epopeya que toma mucho prestado del espíritu de Gogol y Dostoievski. Y a otras personalidades ilustres. Un breve resumen de las influencias de una película iconoclasta.
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Petrov's Flu (Petrovy v grippe, 2021), de Kirill Serebrennikov con Semyon Serzin. |
Es una clase de OVNI que se estrenará en cines a partir del 1 de diciembre. Petrov's Flu (Petrovy v grippe, 2021) es una película totalmente irresistible, ilógica, convulsiva, rusa, en una palabra. Completamente rusa. Peligrosa y maravillosamente ruso. Kirill Serebrennikov, conocido desde hace mucho tiempo por sus adaptaciones teatrales (desde Almas muertas de Nicolas Gogol, hasta ciertas películas de Luchino Visconti y Rainer Werner Fassbinder) es un provocador que las autoridades han tratado de amordazar. No deportándolo a un gulag, como en los viejos tiempos, sino arrastrándolo a los tribunales y colocándolo bajo arresto domiciliario durante meses por malversación. |
El estudiante (El discípulo) ((M)uchenik, 2016), de Kirill Serebrennikov |
Durante mucho tiempo ataca a todos y a todo. Incluso a Putin. Pero también a los reaccionarios que lo odian porque es libre y gay. A los reincidentes, los maestros de su película El estudiante (El discípulo) ((M)uchenik, 2016), por ejemplo, que celebran la grandeza de Stalin hasta el día de hoy. A los fanáticos religiosos, ya sean cristianos o musulmanes, que buscan usar la fe en un intento de cambiar la ley. A ciertos intelectuales, sobre todo, dispuestos, por pura cobardía, a dejarse humillar y destrozar por verdugos cuyos abusos excusan. "El masoquismo de las clases en declive siempre me ha intrigado", afirma.De ahí sus películas arrebatadoras, febriles e insolentes: Izobrajaya Zhertvy (Playing the Victim) (2006), una adaptación libre de Hamlet donde, antes de comenzar su venganza, el héroe de Shakespeare se hace el muerto en horripilantes recreaciones criminales. En El estudiante (El discípulo) (2016), denuncia a un ultrareligioso ortodoxo, un tercio idealista y dos tercios sinvergüenza, a quien una mala conciencia general permite que exista. Solo Leto (2018) se diferencia: es una crónica casi dulce de rockeros underground, poco a poco llevados, en la URSS de los años 1980, a la debilidad y al silencio.
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Leto (2018), de Kirill Serebrennikov |
La pequeña maravilla que es Petrov's Flu (Petrovy v grippe, 2021) - una maravilla molesta, sin duda, porque obstinadamente histérica - se acerca al trabajo de unos pocos artistas descomunales. Rusos o no. Pero todos convencidos de que solo el irrealismo y la prodigalidad pueden reflejar el mundo tal como es o no es. Tal vez, en lo que se convertirá... (cont.)
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