Tenemos claro que el asesino fue el mayordomo en la biblioteca, que el crimen se cometió tras una breve, pero intensa, disputa con la víctima sobre una cláusula abusiva en el contrato del perpetrador concerniente a sus próximas vacaciones. Cuerpo del delito, culpable y motivación. Nos falta el arma utilizada. Sabemos que no pudo ser con el huevo Fabergé de la señora duquesa. Es un objeto demasiado frágil, especialmente porque es más falso que un gato de escayola. Además, el orificio de entrada que presenta el cráneo del barón apunta a un objeto mucho más contundente y anguloso. Contundente y anguloso... ¡Eso es! Contundente y anguloso como la PlayStation 5 del pequeño Ampuerito. Misterio resuelto. Caso cerra... puede que no. Porque las nuevas pistas encontradas apuntan hacia otro lado... Si hay algo que nos pirra más que las palomitas de maíz y una mantita, es investigar un buen crimen como si del espíritu del mismísimo Sherlock Holmes nos poseyese. La sangre es opcional, pero el misterio es condición sine qua non. Te traemos una sesión doble criminal en la que nada es lo que parece y que hará que nuestras cabezas se atiborren de teorías conspiratorias en las que antes de dar con el verdadero culpable, condenaremos a mil y un inocentes por el camino.
Scream. Vigila quién llama (Scream, 1996), de Wes Craven
‘Vigila quién llama’, nos espetaba Wes Craven desde el muy explicativo subtítulo de esta película en su estreno allá a mediados de los noventa. Ese prólogo protagonizado por Drew Barrymore y Ghostface ha pasado a la historia del cine como uno de los ejercicios de tensión y terror más perfectos que se ha visto en una pantalla. Esa primera entrega de la saga nos dejaba con el culo torcido entre tanta ida y venida conspiranoica sobre la identidad del asesino enmascarado. Un placentero ejercicio meta en el que Wes Craven homenajeaba, engrandecía y rejuvenecía el género slasher. Años después, Scream sigue gozando de muy buena salud y podremos disfrutar de una quinta entrega el próximo año, con Matt Bettinelli-Olpin y Tyler Gillett, el tándem detrás de la bruta Noche de bodas, a la cabeza, y con el regreso de las dos grandes diosas de la saga: Neve Campbell y Courteney Cox, las mismísimas Sidney Prescott y Gale Weathers.
Maligno (Malignant, 2021), de James Wan
James Wan es el niño bonito de Hollywood. Tan pronto te pone patas arriba a los Toretto como intenta reflotar el Universo DC (Aquaman), pero no debemos olvidar en ningún momento que sus orígenes y su amor verdadero reside en el terror. Él creó la desagradable Saw, las absurdas Insidious, nos presentó a los Warren (Expediente Warren y Expediente Warren: El caso Enfield) y este año nos ha traído una de las propuestas más arriesgadas que hemos podido ver últimamente: Maligno. Una cinta polarizante a más no poder, todo un verdadero viaje del que es mejor saber lo menos posible antes de verla. En ella, Wan bebe directamente de las fuentes cinematográficas del giallo y el body horror, para escupirnos directamente a la cara un mejunje aberrante y completamente loco con el que es humanamente imposible no pasárselo como un enano.
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