A medida que vamos avanzando, el presente sigue comiéndose el futuro. Por lo menos, ese futuro que nos pintaban hace años en las películas. Las profecías cinematográficas son víctimas del inexorable paso del tiempo y seguimos comprobando que el mañana era ayer. Con la tontería, ya hemos superado el momento en que Neo-Tokyo explotó, 2019 fue el año en que discurría Blade Runner -libre versión cinematográfica de la novela "¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?"- y el año pasado hasta tuvimos algún que otro desencuentro meteorológico como los de El tiempo contigo. Este 2022 llegamos a la altura de una de las películas cuya premisa esperamos no ver materializada en nuestra línea temporal: La purga: La noche de las bestias.
Aunque parezca que haya pasado más tiempo, no hace ni diez años desde que James DeMonaco nos trajo una de las proposiciones más indecentes ante las que nos hemos enfrentado en nuestra vida: ser propietarios de la libertad absoluta. La purga: La noche de las bestias () nos proponía doce horas en las que todo estaba permitido, incluso (o especialmente) el asesinato. Durante esa noche, cualquier persona puede matar a todo el mundo que quiera sin temor a ser represaliado la mañana siguiente. Ese punto de partida jugaba de manera inteligente y soltaba un órdago al lado oscuro de la psique humana, esa que hace que odiemos o deseemos lo peor de manera gratuita por cualquier razón. ¿Estarías dispuesto a dar ese pequeño paso que separa la imaginación y la realidad, y convertirte en un asesino en serie? La película se convirtió en otro taquillazo marca Blumhouse, al estilo Paranormal Activity, Insidious, Déjame salir, dando lugar a otras cuatro películas y una serie de televisión.
Puede que la saga de La purga no esté a la altura de las expectativas creadas ante su potente premisa y que gran parte de su fama venga por las malrolleras máscaras que usaban los intrusos asesinos de la primera entrega, pero lo que no podemos dejar de alabar es su arrojo a la hora de introducir alguno de los temas sociales más candentes de los últimos años. Durante cinco entregas, DeMonaco ha introducido en su franquicia el racismo institucional (La primera purga: la noche de las bestias), las desigualdades económicas (Anarchy’: la noche de las bestias), las cloacas políticas (Election: la noche de las bestias) o la inmigración y la situación de los dreamers en Estados Unidos (La purga: Infinita).
Resulta bastante esperanzador que una franquicia tan multitudinaria muestre a través de una situación extrema –ficcionada, pero lo suficientemente cercana a la realidad- cómo el concepto de libertad es fácilmente tergiversado por parte de las clases privilegiadas más conservadoras, las cuales terminan utilizando esa bella palabra como opio para el pueblo y excusa para seguir manteniendo su estatus de intocables.
Aunque en un primer momento La purga: Infinita (The Forever Purge, 2021) está llamado a ser el último volumen de la saga, no estamos del todo seguros de que haya llegado a su fin. Por desgracia, la actualidad informativa sigue dando para más de una nueva entrega.
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