6.- Limbo (2021), de Soi Cheang, Hong Kong
Él es un policía mortificado por su afán de venganza, ella una ratera atormentada por el sentimiento de culpa. Sus destinos están cruzados por una fatalidad pasada y otra presente. Esta última desatada por un asesino de mujeres que deja a su paso por los arrabales de Hong Kong un reguero de manos cortadas. La metrópolis, ante la cámara de Cheang, queda convertida en un paisaje homogéneo como la ceniza: filtrado por un blanco y negro desaseado, de amplias gamas tonales que convierten en un todo casi abstracto a la intensa lluvia, los neones, los rascacielos que ocultan el cielo, los trenes elevados que atraviesan indiferentes los escenarios, la basura que se amontona en las calles y los cadáveres mutilados —¿o puede que sean maniquíes?—. Los flujos perpetuos y estériles de Hong Kong dan forma a la imagen del limbo en el que los dos protagonistas expían sus pecados. Sin un refugio posible ante la fatalidad, solo queda derramar la sangre. Desde los primeros compases que sutilmente adelantan el final, Cheang es meridianamente claro: Limbo trata de miradas heridas, exhaustas ante el horror o derrengadas por los impulsos violentos.
En la mejor tradición del thriller hongkonés, Cheang, alumno aventajado del gran Johnnie To, se abona a los planos de pasillos, callejones y demás lugares de tránsito que son atravesados sin cesar por los personajes, en un movimiento continuo y sin rumbo que parece contagiarse del flujo incesante de la ciudad. Las imágenes quedan sumidas en una serie de indeterminaciones de lo más sugerentes. La primera entre una cierta noción apocalíptica que obtiene de someter a Hong Kong a su espejo deformante y entre unos comportamientos que por el contrario remiten a las pulsiones humanas más primitivas. El final de la sociedad se encuentra con sus orígenes. La segunda indeterminación tiene que ver con una oscilación entre lo truculento —la basura y los restos humanos que pueblan los planos— y una fuerte sensación de abstracción que conlleva la estética antes descrita. Así, las imágenes de Limbo no nos ofrecen un lugar seguro desde donde mirarlas. Pero, y he aquí lo que termina de elevar la apuesta, nos permiten rastrear gestos de humanidad si sabemos apartar los montones de basura.
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