Con el reestreno en cines de El padrino (1972), con motivo de su quincuagésimo aniversario, realizamos un análisis de la tercera parte de la trilogía.
Para los fanáticos de toda la vida, el nuevo comienzo, más abrupto, de El padrino: Parte III (The Godfather Part III, 1990) puede resultar confuso. Atrás quedó el travelling elegíaco y melancólico de la casa en ruinas de Lake Tahoe, el remanente de una familia en descomposición. Evaporado, el plan fantasmal sobre Fredo, el hermano de Michael, ejecutado en una barca al final del episodio II... Guardar los pañuelos. La última parte de la trilogía se abre ahora con una negociación comercial entre Michael Corleone (Al Pacino) y el banquero del Vaticano: "¡Necesito su ayuda, Don Corleone, y no se trata de encender una vela!" “Negocios en lugar de sentimientos. Eficiencia fría en lugar de emoción".
Al volver a reeditar El padrino: Parte III con motivo de su 30 cumpleaños, en 2020, Francis Ford Coppola parece obedecer a las obsesiones que siempre lo han guiado: borrar y volver a empezar. Nunca dejó, con el tiempo, de modificar sus obras, Apocalypse Now por supuesto (versión Redux luego Final Cut), The Outsiders, Cotton Club y, ya, desde los años 1970, las dos primeras partes de El padrino, recortadas cronológicamente para las necesidades de un serie de televisión (The Godfather Saga, 1977).
Con esta entrega, concluye la saga de la familia Corleone. Hasta ahora, en El padrino y El padrino II, Coppola había narrado con maestría las intrigas y los complejos avatares de la familia Corleone. A los nueve años, Vito Corleone, interpretado en las diferentes fases de su vida por Marlon Brando y Robert De Niro, presenció cómo el capo de una familia siciliana, asesinó a sangre fría a su padre, a su madre y a su hermano. Él se vio obligado a emigrar hacia Estados Unidos, jurando volver algún día para vengarse. Cuando muere, dejando a los Corleone en una situación privilegiada sobre el resto de las familias neoyorkinas, le sucede su hijo Michael (Al Pacino), que trata de legalizar sus negocios y convertirlos en una empresa respetable.
Michael se ha convertido justo en el tipo de persona que nunca deseó ser: un padrino hecho a la imagen y semejanza de su padre, frío, ambicioso, tradicional y sin escrúpulos. Esto le ha costado el abandono de su mujer, interpretada por Diane Keaton. A la vez que pretende apartar a su familia del mundo del crimen, desea encontrar a un sucesor que pueda mantener la dignidad y los negocios de los Corleone. Pone toda su confianza en el temperamental Vincent (Andy García), su sobrino. Pero abandonar el oscuro mundo de la mafia no le va a resultar nada fácil. Quizá ésta es la menos espectacular de las tres partes de El padrino, pero mantiene la integridad y el intenso tono narrativo de sus antecesoras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario