Ver de nuevo Grupo salvaje (The Wild Bunch, 1969), la película de Sam Peckinpah, es la oportunidad de volver a la primera secuencia, que concentra todas las obsesiones de “Bloody Sam” Peckinpah. Tenga en cuenta que este texto revela algunos elementos de la trama.
De los grandes cineastas, los críticos tienen opiniones más o menos unánimes, de Sam Peckinpah es uno de los pocos que provoca grandes divisiones. Para aquellos que quieran codearse con el tipo, no hay nada como ver el terrible tiroteo en la apertura de Grupo salvaje, un western crepuscular estrenado en 1969. La escena, que dura unos quince minutos, podría servir como un cortometraje independiente, que condensa las obsesiones del director. Filmada en Parras, México, se redujo a la edición -las imágenes de niños alcanzados por balas perdidas se eliminaron- para parecer "menos brutal" que el baño de sangre final, que ha pasado a la posteridad.
La acción tiene lugar en Texas, en 1913. Una banda de ladrones (en torno al cuarteto mágico William Holden, Ernest Borgnine, Ben Johnson y Warren Oates) llega al pueblo. Se produce el robo fallido de una oficina de ferrocarril. El tiroteo involucra a tres partes: los forajidos vestidos como soldados (en la calle), los cazarrecompensas de la compañía de trenes (en los tejados), además de civiles alrededor de un desfile de la Liga de la Templanza del Sur de Texas. Tal carnicería casi haría que la horda simpatizara, en comparación con los milicianos sin ley que roban los cadáveres. Un western que en el cine nunca ha sido tan caótico, tan "repugnante", que en realidad lo fue. La prueba por tres.
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