Romy Schneider y Alain Delon: en la vida, en la muerte
Hoy, el hombre que fue lo más importante de su vida, Alain Delon. El vínculo único que los unía sobrevivirá a su separación.
Alain Delon y Romy Schneider, invitados de honor de la princesa Grace de Monaco en la Gala de Pascuas, International Sporting Club, Monte-Carlo, 1959 |
"El hombre más importante en mi vida fue y sigue siendo Alain Delon. Cuando lo necesito, siempre me da una mano. Incluso hoy, Alain es el único hombre con el que puedo contar. Vendría en mi ayuda en cualquier momento. Alain me hizo ser mujer. Antes de él no había nada. Es cierto que me dejó y me causó un gran sufrimiento, pero eso me hizo madurar. El resto es irrelevante".
Estos comentarios de Romy Schneider, extraídos de Moi, Romy: le journal d'une vie (Romy Schneider, ed. de la Seine, 1990) sirven de preludio a La Piscine, el fascinante y ricamente ilustrado libro del periodista Luc Larriba (ed. Cocorico) sobre absolutamente todo lo que uno sueña saber sobre la película homónima de Jacques Deray que, en 1969, sacralizaba a la pareja en un ambiente de fraterno reencuentro fuera de la pantalla y sensual tensión en la pantalla.
Una alianza mítica
Sólo un puñado de películas y una obra de teatro juntas:
- Amoríos (Christine, 1958), de Pierre Gaspard-Huit. Una apsionante historia de amor entre un joven oficial y una cantante de ópera. Comedia dulzona y romántica que significó la primera de las cinco películas que rodaron la pareja Alain Delon-Romy Schneider. La cinta marcó el inicio de la carrera de Delon como gran galán del cine francés y también dio pie al intenso romance que vivieron sus protagonistas, que terminaría con gran pesar de la actriz vienesa.
- A pleno sol (Plein Soleil, 1960), de René Clément, 1960). Primera adaptación de la novela de Patricia Highsmith, El talento de Mr. Ripley, de la que años más tarde Anthony Minghella rodaría una nueva versión, con un final fiel al de la novela y Matt Damon en el papel que aquí ocupa Alain Delon. La película de René Clement internacionalizó al actor francés gracias a su magnífica recreación del personaje más importante de la obra de la escritora, protagonista de toda una serie de relatos.
- La piscina (La Piscine, 1969), de Jacques Deray. Drama psicológico dirigido por Jacques Deray, realizador galo especializado en el género del cine negro, lo que llevó a los críticos a apodarlo "el Hitchcock del cine francés".
- Por último, El asesinato de Trotsky (The Assassination of Trotsky, 1972), de Joseph Losey. Considerada una de las peores películas de la historia del cine, se trata de una revisión de los últimos días de la vida de León Trotsky, uno de los dirigentes más relevantes de la Revolución Bolchevique que, por sus disidencias con el dictador Stalin, fue expulsado del partido en 1927, desterrado de la Unión Soviética en 1929 y asesinado por el español Ramón Mercader (un sicario al servicio del Kremlin) durante su estancia en México en 1940. Sin embargo, todo comenzó a torcerse cuando el guionista seleccionado fue Nicholas Mosley, hijo del líder fascista Sir Oswald Mosley, que acabó escribiendo una serie de inconexas ideas que acabaron por destrozar la cinta.
Pero su alianza entre realidad y ficción sigue siendo quizás una de las más legendarias por su manera de transformar un fracaso amoroso en fidelidad en la vida y en la muerte, y, por supuesto, como la suma de dos fotogenias milagrosas.
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