domingo, 10 de abril de 2022

Biografías de cine: Bette Davis (IV)

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Jezabel marcó el inicio de la etapa más exitosa de su carrera​ y durante los siguientes años fue incluida en la encuesta anual de Quigley, compilada a partir de los votos de los exhibidores de cine a lo largo de EE. UU., sobre las estrellas que habían generado más ingresos en sus salas respecto al año anterior.​ En contraposición con el éxito de Davis, su esposo Nelson Ham no había logrado establecer una carrera por sí mismo y la relación de ambos comenzó a tambalearse. En 1938, Nelson comprobó que Davis estaba involucrada en una aventura extramatrimonial con el empresario multimillonario Howard Hughes y solicitó el divorcio.
Amarga victoria (1939)
La actriz tuvo altibajos emocionales durante el rodaje de su siguiente película, Amarga victoria (Dark Victory, 1939), y consideró abandonar el proyecto hasta que el productor Hal B. Wallis la convenció de que canalizara su angustia en la actuación. La película se convirtió en una de los más taquilleras del año y el papel de Judith Traherne le valió una nominación al Óscar.​ Años más tarde, Davis destacó esa actuación como su favorita.​ 
La solterona (1939)
Ese mismo año apareció en otros tres éxitos de taquilla, La solterona (The Old Maid), con Miriam Hopkins, Juárez con Paul Muni y La vida privada de Elizabeth y Essex (The Private Lives of Elizabeth and Essex), con Errol Flynn. Esta última no solo fue su primera película a color sino también la única de este tipo que rodaría en el apogeo de su carrera. Para recrear los últimos años de Isabel I, Davis tuvo que afeitarse la línea del cabello y las cejas.​ Durante el rodaje, fue visitada en el set por el actor Charles Laughton, a quien le comentó el valor que estaba teniendo al interpretar a una mujer de unos sesenta años. Laughton le respondió: «Nunca tengas miedo de atreverte a salir de ti misma. Es la única manera de crecer en tu profesión. Debes intentar cosas que estén más allá de ti o te estancarás en una rutina interminable». Recordando el episodio muchos años después, Davis comentó que ese consejo la había influenciado a lo largo de su carrera.
La vida privada de Elizabeth y Essex (1939)
En ese momento, Davis era la estrella más rentable de Warner Bros y recibía los papeles protagónicos femeninos más importantes a tal punto que comenzó a ser llamada «el quinto hermano Warner».​ Su imagen fue tratada con más cuidado y, a pesar de que continuó interpretando papeles de carácter, a menudo fue filmada con primeros planos que resaltaban sus ojos llamativos. El cielo y tú (All This, and Heaven Too, 1940) fue el mayor éxito comercial de ese período​ mientras que La carta (The Letter, 1940) fue considerada «una de las mejores películas del año» por The Hollywood Reporter.​ Davis fue elogiada por su papel de una asesina adúltera, el mismo rol que la actriz Katharine Cornell había interpretado originalmente en Broadway. Durante este tiempo, mantuvo una relación con su antiguo compañero de reparto George Brent,​ quien le propuso matrimonio. Davis rehusó ya que había conocido a Arthur Farnsworth, un posadero de Nueva Inglaterra, con quien se casó en Lake Montezuma, Arizona, en diciembre de 1940.
Bette Davis y Charles Boyer en El cielo y tú  (1940)
En enero de 1941 se convirtió en la primera mujer en ocupar el cargo de presidente de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas, pero contrarió a los miembros del comité con su actitud insolente y propuestas radicales. Ante el rechazo y la resistencia frecuentes del comité, renunció y fue sustituida por Walter Wanger,​ que implementó los cambios que ella había sugerido.​ Davis protagonizó tres películas en 1941, entre ellas La gran mentira (The Great Lie). El protagonista masculino, George Brent, le hizo cosquillas en muchas de las escenas, lo que permitió que el público, acostumbrado a la fuerza de carácter de sus personajes, presenciara fragmentos poco comunes de una Davis que se retorcía de risa. William Wyler la dirigió por tercera vez en La loba (The Little Foxes, 1941), producida por RKO, basada en una obra homónima de Lillian Hellman, pero ambos se enfrentaron por el personaje de Regina Giddens. Como ese papel había sido interpretado originalmente en teatro por Tallulah Bankhead, Davis quiso tomar como base su interpretación pero Wyler manifestó su opinión de suavizar el personaje. La actriz rehusó a llegar a un acuerdo y, si bien recibió otra nominación para el Óscar, nunca más volvió a trabajar con Wyler.
La gran mentira (1941)
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