Vinieron de dentro de... (Shivers, 1975), de David Cronenberg
Un científico que está realizando experimentos con una nueva forma de trasplantes orgánicos mata a una mujer residente en un complejo de apartamentos e inmediatamente después se suicida. La investigación de ambas muertes conduce a un descubrimiento espeluznante: un parásito que originalmente había sido creado por el científico como parte de su experimento ha escapado del lugar y se encuentra recorriendo el edificio en busca de un huésped. Uno a uno, el resto de habitantes del bloque van cayendo víctimas del parásito y, como resultado, convirtiéndose en una agresiva horda de maníacos sexuales que no se detienen ante nada hasta saciar su indescriptible ansia, que también propicia el contagio de la enfermedad a través del contacto sexual. Cuando otro médico residente en el edificio descubre el origen de lo que está ocurriendo, es la única esperanza para la Humanidad que se interpone entre un grupo de zombies rabiosos y contagiosos y el mundo exterior.
Tercer largometraje del realizador canadiense, Cronenberg obtuvo el premio al mejor director en el Festival de Cine de Sitges de 1975.
La cinta también tuvo su repercusión: taquillazo en Canadá y bien recibida fuera del país aprovechando las sesiones dobles y el auge del ¨slasher¨, aunque los críticos la aplastaron sin piedad.
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