Un hombre y una mujer, El tren, Z, Amor,... Un pequeño paseo por la inmensa carerra de Jean-Louis Trintignant.
1.- Y Dios creó a la mujer (Et Dieu créa la femme, 1956), de Roger Vadim
Hay que tomar la película por lo que es: un certificado de nacimiento. La de una estrella, Bardot, y la de un actor, Trintignant. Viniendo del teatro, obtiene el papel " del malo": un marido celoso que que no le llega al tobillo a Otelo. BB deleita todas las miradas, todos los corazones (incluido el de Jean-Louis) pero Y Dios creó a la mujer también revela la increíble belleza de un joven primerizo"un poco educado, un poco ideal yerno", según sus propias palabras, cuya carrera pronto tomará un giro mucho más interesante.
2.- Combate en la isla (Le Combat dans l’île, 1962), de Alain Cavalier
Aquí hay un renacimiento. Tras dos años en el ejército en Alemania -simpatizante del FLN, Trintignant se enfermó, literalmente, por marcharse de Argelia-, el actor vuelve "destrozado": "Tenía casi treinta años. Ya no servía para nada. Un caballero, Alain, emerge de la noche y le ofrece una aventura que le devolverá "las ganas, el gusto por las cosas..." Es decir, un papel de bastardo escalofriante, terrorista de la OEA apenas disimulado, engañado por su esposa (Romy Schneider, otro fantasma) y propulsó al enemigo n°1 tras un ataque. Su lado oscuro, paranoico y ultraperturbador sale a la luz.
Romy Schneider y Jean-Louis Trintignant en Combate en la isla (1962) |
3.- La escapada (Il sorpasso, 1962), de Dino Risi
¡Ay esos cuernos! Gassman, el patético seductor, tan solo en el fondo, se hace el machote al volante de su descapotable y arrastra, casi contra su voluntad, a este estudiante de derecho tan bloqueado -Trintignant ya tiene treinta y dos años, tenía que repetir un año, tanto mejor. Su dulce viaje termina en la zanja, una caída cuya violenta amargura sorprende en cada visionado. Italia, durante mucho tiempo, disputó a Francia a Trintignant: Zurlini, Corbucci -su nevado western, El gran silencio (Il grande silenzio) de 1968, merece un vistazo-, Scola, Bertolucci…
Jean-Louis Tritignant y Vittorio Gassman en La escapada (1962) |
4.- Un hombre y una mujer (Un homme et une femme, 1966), de Claude Lelouch
No podemos evocar razonablemente la voz de Jean-Louis Trintignant sin pensar en este papel. E incluso en esta secuencia: Jean-Louis Duroc, piloto de carreras, conduce toda la noche, bajo la lluvia, para unirse a Anne (Anouk Aimée). Piensa en voz alta: “Bueno, si mantengo este promedio, llego a París alrededor de las 6:00-6:30. Ella va a estar en la cama, por supuesto, ¿qué hago? ¿Voy a un bistró? […] Una mujer que te escribe, en un telegrama, “te amo”, podemos ir a su casa. Oh sí, voy a su casa, ¿por qué? Hay en este canto "Oh, sí", una ola aguda en un océano de gravedad masculina, una dulzura que te abruma. Además, Vincent Delerm extrajo de él una de sus canciones más bellas, Deauville sans Trintignant.
Jean-Louis Trintignant y Anouk Aimée en Un hombre y una mujer (1966) |
5.- Z (1969), de Costa-Gavras
Él es tan rígido como la justicia, el "pequeño juez", con su traje austero y sus gafas de sol a la Jaruzelski. Impecable en esta partitura autoritaria y voluntariamente sin encanto, Trintignant, premio de interpretación en Cannes, encarna a un magistrado de absoluta integridad: un hombre de derechas que investiga, pase lo que pase, por su cuenta, en Grecia antes de la dictadura de los coroneles. Sobre este rol interno, sin demostración de fuerza, nos dijo en 2012: “En general, la situación es suficiente. No le corresponde al actor mostrar lo que siente, sino a la cámara."
Jean-Louis Tritignant en Z (1969) |
(cont.)
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