En la línea de La chaqueta de piel de ciervo (Le Daim, 2019), el rarito cineasta ofrece un relato moral en el que la melancolía penetra.
Desde que rueda, más rápido que su sombra, podríamos clasificar las películas de Quentin Dupieux, el iconoclasta del cine francés, en dos zonas cómicas paralelas. La reciente Mandíbula (Mandibules, 2020) y la próxima Smoking Causes Coughing (Fumer fait tousser, 2022), idiotez futurista deleitó el Festival de Cannes, pertenecen a una vena farsa y tiernamente degenerada. Incroyable mais vrai (2022), forma parte de la línea filosófica e inquietante de La chaqueta de piel de ciervo (2019) y Realité (2014) –ya con Alain Chabat. ¿Cómo contar este nuevo viaje en el absurdo sin desvelar demasiado?
En una atmósfera delicadamente extraña donde el presente parece envuelto en un filtro de los años 1980, Alain (Chabat, como no) y Marie (Léa Drucker) se convierten en los propietarios de una casa suburbana un poco anticuada y descolorida. El agente inmobiliario logró convencerlos al revelarles el valor añadido del lugar: una escotilla en el sótano, con un conducto que les “cambiará la vida”. Y muy pronto, entre el dormitorio y el sótano, se abre un abismo espacio-temporal entre los cónyuges. Porque Alain, un pequeño asegurador al que le gustaría dejar de ser acosado por un gran cliente, no tiene prisa por tomar el túnel sobrenatural. Por la noche duerme. Marie, por otro lado, se apresura a entrar todas las noches. Ella sigue volviendo allí...
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