Rabia, amor loco, libertinaje, provocaciones impregnadas de poesía y desesperación violenta... La película de Jean Eustache que causó escándalo en 1973 por fin vuelve a los cines en versión restaurada.
Vale la pena advertir, para disipar cualquier malentendido: La mamá y la puta (La Maman et la Putain, 1973), dirigida por Jean Eustache, que por fin se reestrena en los cines en versión restaurada, es una obra maestra que nada tiene que ver con el consenso. Su diluvio de palabras ardientes mantuvo su violencia. Como ayer, seguirá dividiendo y perturbando. Porque se alimenta de discordia. Porque es absolutamente melancólica, llena de furia y rencor. Incluso Maurice Pialat no fue tan lejos. No es casualidad que el autor de Van Gogh, aunque tacaño con los cumplidos, admirara y envidiara esta película que describió como "No envejeceremos juntos con éxito".
La Maman et la Putain Es un trabajo transgresor en la historia de cine francés. Ésta fue la película que lo presentó a un público más amplio.
La Maman et la Putain supone tres horas y cuarenta minutos donde se habla desesperadamente del amor, las relaciones, los hombres y las mujeres. Su argumento central, trasunto de una vacilación amorosa de Eustache, está desarrollado por tres personajes: Alexandre (Jean-Pierre Léaud), su novia Marie (Bernadette Lafont) y la enfermera, de la cual se enamora, Verónica (Françoise Lebrun). El varón oscila entre esos dos amores, que nada tienen que ver con una madre y una prostituta, como se podría inferir del crudo título, y sobre todo habla una y otra vez con sus protagonistas, por separado o incluso con ambas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario