El ex-preso de Corea (Rolling Thunder, 1977), de John Flynn
El mayor Ranen (William Devane) y el soldado Vohden (Tommy Lee Jones) regresan tras siete años presos en alguna cárcel de Hanoi. La expresión adusta, granítica de Devane y ese par de potentes líneas de expresión que enmarcan su boca, construyen al personaje con su mera presencia. Impávido, incapaz de sentir ya entonces, es una criatura semoviente, un uniforme vacío. El consejo que dirige a su compañero y un gesto, hacen el resto, “Protégete tras las gafas”, y se encaja las suyas. El cristal ahumado vela la mirada cargada de horror que deberá afrontar homenajes y palabras de gratitud, que deberá repartirse en traiciones personales y la pérdida del hijo. Esas gafas permiten el recogimiento, aislarse de un mundo apacible que nada sabe de la jungla ni su olor a muerte, un mundo que en su corazón es igual de salvaje que aquella, solo que sus reglas son otras. En adelante, esas gafas formarán parte de su anatomía. Como el garfio que pronto ocupará el lugar de la mano derecha. Una película que se salva de ser una rutinaria historia de venganza gracias a la profundidad del guion de Paul Schrader y a la buena interpretación del habitual secundario, William Devane. Las comparaciones con otro guion similar de Schrader, Taxi Driver, son inevitables, pero mientras que en la película de Scorsese el espectador podía bucear en la personalidad del protagonista gracias a sus monólogos, aquí el personaje principal es como un muro de piedra, que sólo muestra a los demás lo que él desea. Dirige un especialista en películas de tiroteos como John Flynn y un juvenil Tommy Lee Jones aparece en un rol secundario. Es además uno de las películas preferidas del realizador Quentin Tarantino.
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